07 PM | 29 Dic

El don apacible

FELAS
“Algunas estrellas brillaban aún en el cielo pálido, color ceniza. La brisa matinal soplaba empujando las nubes La Bruma se cernía sobre el Don, arrastrándose a lo largo de la margen cretosa, para descender en las torrenteras semejante a una serpiente sin cabeza…” Así nos describe Cholojov la región de Vechenskaia, una stanitsa donde se iban a producir los espectaculares combates entre la caballería roja y los guardias blancos, y donde viven, mueren y trabajan Grigori, Axinia, y toda la épica cosaca. La película de Gerasimov abarca desde 1.912 hasta l.922, y se evoca con unas imágenes llenas de vida y dolor, la Gran Guerra, la revolución de febrero del 17, la abortada intentona golpista de Kornilov contra el gobierno de Kerenski, el triunfo de los bolcheviques en octubre, la subsiguiente rebelión de los cosacos que querían la independencia, pero sin los soviets, la guerra civil con sus violencias y sus variaciones, unas veces aliados del Ejército Blanco y otras no, aunque siempre defensores de su libertad, y finalmente la descomposición del Ejército del Don, su intento de huída por mar hacía Turquía, la muerte de su amada , y en un final magistral, la sumisión de Grigori a los vencedores, llegando a su pueblo por el rio helado de color azul de marzo, entregando sus armas al agua por una grieta junto a la orilla. El acompañamiento de la música, mientras se limpia las manos en el capote, y se dirige a besar a su hijo es un digno colofón a una épica de casi cinco horas de cine.
Los cosacos de la película, muy bien caracterizados con sus rizos al lado de sus gorras, se instalaron en el Don seguramente procedentes de Ucrania, cuando fueron expulsados por Catalina II. Allí instalaron una sociedad democrática que elegía a su Atamán cada cuatro años con independencia de sus riquezas. El servicio militar era un estímulo para vivir, sabían unirse en grupo y elegir al jefe más capaz, fueron muy codiciados como guerreros para defender los intereses de Rusia, pero querían sobre todo su libertad. Jacob Sverdalov, les mandó a Siberia en el 19 provocando la desintegración del movimiento cosaco, y quizás como una premonición Grigorí dijo: “la libertad mala es siempre mejor que la prisión buena. El pueblo suele decir: la cárcel está bien construida; pero sólo al diablo puede proporcionarle alegría”
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