07 PM | 14 Dic

Doctor Mabuse

Cuando terminamos de ver los 272 minutos maravillosos de Doctor Mabuse, en el ciclo que estamos dedicando a los orígenes del cine, José Antonio, un habitual en nuestras sesiones, exclamó con alivio la palabra FIN, sin duda por la incomodidad de las butacas y que desde luego nos gustaría cambiar el próximo curso si la economía lo permite, y no por la belleza del film de Fritz Lang. Además de decir FIN, a todos nos interpeló con la siguiente pregunta ¿es todo un juego?, y es que al principio de la proyección aparecen unas cartas con diferentes marcas para posibles mis en scene. Mabuse, para Eugenio Trias, es el dios calderoniano que reparte papeles para la puesta en escena de la película, pero en giro solipista, es decir de lo único que está seguro es de su propia mente. ¿Quién es Mabuse realmente? Mabuse es un ilusionista, un transformista, un estafador. También es un asesino, un criminal letrado obsesionado por hacer proselitismo de sus medios y habilidades, creando franquicias con su inimitable sello. Aunque realmente podría abrir una fundación con su nombre, pues no busca tanto el provecho personal como el mal ajeno, la jodienda al vecino anónimo. Es un hombre del renacimiento (abarca todas las vertientes luciferinas, deja constancia escrita de sus “hazañas”)… lástima que su “misión” consista en tratar de acabar de una vez por todas con la civilización.

 

Mabuse nos odia profundamente. Sí, a ti y a mí. Por existir, por estar ahí. Los motivos nunca han quedado muy claros, pero el doctor tiene algo personal en contra de la sociedad, el Estado o cualquier institución que trate de coartar su inalienable derecho a hacer daño. ¿Anda suelto hoy por ahí un Mabuse que nos dirige? ¿Es la economía el Mabuse de hoy?

El doctor Mabuse de 1922 (posiblemente, la única de las tres entregas que merezca el tratamiento de obra maestra) sería un fiel reflejo de la circunstancial república de Weimar, inestable invento que un agonizante Hindenburg acabaría sirviendo a los nacionalsocialistas en bandeja de plata. Los alegres años veinte (con su laxitud moral, su descoque previo al crash, la búsqueda compulsiva de emociones fuertes en ambientes turbios donde se mezclaba la crème de la crème con la aristocracia del lumpen) son aprovechados por Mabuse y sus apóstoles para la recolección de almas incautas y la estafa a gran escala. Sus compinches, todo sea dicho, son lo peor de cada casa: politoxicómanos, mujeres neurasténicas, desinformados que no saben muy bien dónde se han metido… más que un gang organizado, da la sensación de que sus más cercanos colaboradores son débiles mentales que han desarrollado una relación de dependencia hacia su Ilustrísima Malevolencia.

El doctor Mabuse se presentó dividida en dos partes, con un metraje final (recientemente restaurado por la sacrosanta Friedrich Wilhelm Murnau Stiftung) que sobrepasaba las cuatro horas. Entonces —como ahora— los exhibidores no estan dispuestos a que el pase de una única película copase todo el programa de tarde, así que proyeccionistas autoerigidos en montadores se encargaron aquí y allá de aligerar el peso de las bobinas,cosa que no hicimos nosotros y que desde luego nos agradeció José Antonio,a pesar del dolor de culo.

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