Análisis de la psicología del fascismo
DAVILOCHI
Al principio del film, mientras Marcello acuerda su ingreso en la policía secreta, podemos ver a su amigo Italo (su nombre refleja claramente la identificación de su figura con la del pueblo italiano) el cual está dando una locución de radio en la que legitima la alianza germano-italiana. No está de más decir que Italo es ciego, lo cual constituye una alegoría de la ceguera voluntaria o inducida en que se vio sumida la sociedad italiana durante veinte largos años de dictadura fascista. El discurso trata de sustentar el carácter revolucionario del fascismo: antidemocrático y antiparlamentario, sin embargo conforme avance la película este mito irá siendo desmontado.
De hecho, el alto cargo de la policía secreta que habla con Marcello lo deja claro cuando dice que “Sólo unos pocos creen en el fascismo. Unos nos apoyan por miedo y otros por dinero”. En primer lugar vemos como la coerción se convierte en el principal medio a través del cual cohesionar la sociedad y, en segundo lugar, la importancia de los apoyos para ascender en la sociedad (dinero, contactos). El dinero sigue siendo el que domina las relaciones sociales al más alto nivel. No menos características son las conversaciones en torno a la religión, cuando Marcello le dice a su futura esposa que “El cura da la absolución a todo el mundo”. He aquí un reflejo del proceder del Estado fascista (no es menos significativo que su proceder sea comparado con el de la Iglesia): “El cura da la absolución a todo el mundo”, lo importante es someterse a su autoridad.
Es interesante el flashback que nos lleva a la juventud de Marcello, porque su resentimiento frente al mundo procede en cierto modo del momento en que se vio acosado por el chófer Lino. Aquí aparece la contradicción que dominará la vida del protagonista: sus valores y deseos frente al intento desesperado por llevar una vida “normal”. Es decir, en primer lugar Marcello se declara un profundo admirador del profesor Quadri, a quien se le ha encargado asesinar, y que vendría a ser en cierto sentido un sustitutivo de la figura paterna (aquel que le inculca valores, un credo que seguir, un modo de entender la vida); sin embargo, ante el exilio voluntario de éste a la llegada del fascismo Marcello se siente abandonado y se echa en brazos del fascismo. Abandona sus valores y su más que posible homosexualidad (en principio no parecía que fuera a rechazar a Lino) en aras de una vida “normal”. De hecho, cuando se confiesa ante el cura éste parece más escandalizado por la homosexualidad en sí que por un crimen de sangre y éste le dice: “Lo normal es casarse y tener hijos”. He aquí la Iglesia como institución legitimadora del orden establecido. “Valdrá para la cocina y la cama”: machismo, orden patriarcal, ambos son valores unidos al fascismo y a la Iglesia.
Dejando muchos detalles interesantes querría destacar dos momentos que enlazan y que suponen un homenaje al Mito de la Caverna de Platón. El primero en su reencuentro con Quadri. Cuando éste abre la ventana Marcello ve como su sombra se esfuma (al fin y al cabo él no ha sido sino una sombra de sí mismo todo ese tiempo) ante la luz que entra, es la luz de los que han elegido la libertad. Al final de la película vuelve a ocurrirle cuando se sienta junto al fuego, pero decide mirar atrás y allí está Lino, allí está la realidad que había estado intentando negar durante todo ese tiempo.