04 PM | 22 Feb

SEGUIMOS DESAFINANDO

 En la sala Juan Negrín proyectamos la película Werckmeister Harmonies, y el blog sobre esta película comenzaría con lo que ha supuesto la publicación de las Melancolias de la Resistencia dice así el resumen que hace la editorial El Acantilado sobre la obra de  László Krasznahorkai “:

“Tragicómica y melancólica, esta novela nos presenta un mundo plúmbeo y totalitario, dominado por fuerzas ciegas e impersonales. Un escenario humano desolador en el que la inteligencia es anulado por la fuerza bruta y la violencia, y en el que el caos arrastra irremediablemente a unos personajes que, entre el conformismo y la insignificancia, no aciertan a crear un orden nuevo menos cruel y menos gris. El estallido de violencia no alcanza siquiera el rango de revolución y la vida transcurre, en esta pequeña y anónima ciudad húngara, sumida en una atmósfera de terror y amarga ironía. Melancolía de la resistencia es una obra maestra del humor negro.”

El director Béla Tarr adaptó la novela al cine en 2000, y desde luego sus lentas secuencias nos dejan huella. Lograr que con una sola cámara un grupo de borrachos desarrapados, en un espacio reducido, nos demuestren a ritmo pausado el fenómeno de los eclipses, el movimiento del cosmos, y que después de finalizar las más de dos horas de duración del film, salgas moviendo las manos imitando al sol es un logro significativo. Cuanto ganarían las escuelas si se lo explicaran así a los niños.

Hay dos secuencias fundamentales de la película que merecen nuestra reflexión: la llegada al pueblo del carromato con la ballena dentro del contenedor y esa multitud silenciosa que avanza con paso firme por las calles para llegar al hospital y apalear a los enfermos. Nada es la solución, ni la llegada del príncipe ni la generación de violencia. El cuerpo desnudo de un anciano encima de una bañera, hace retroceder a los manifestantes, y el orden, con la llegada del ejército y la policía se impone. La contemplación de la ballena destrozada en la plaza nos lleva al pesimismo, la armonía del mundo es afinada por los Werckmaister de la globalización, y el neoliberalismo.
La música excelente de Mihály Vig, que actuó en Satántango haciendo de Irimias

 

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