04 PM | 24 Mar

HAMLETMANIA

hamlet

Fui al Hamlet de Miguel del Arco en el renovado teatro de la Comedia, y volveré al Teatro Auditorio de San Lorenzo el próximo 1 de mayo para encontrarme con el mundo cultural del pueblo, que según me dicen permanentemente es muy abundante y de paso comprobar, como ya lo he hecho otras veces, que cada función es distinta. Mi amigo Jorge aficionado y crítico muy duro (pero con criterio) me había advertido de algunas reticencias. Asique he dejado pasar unos días de reposo, para no hacer comentarios precipitados. Me he puesto encima de la mesa, como si fueran floreros, los ensayos de Wyspianski, el de Jean París, y hasta uno que compré de joven en Barcelona que lleva por título nada más y nada menos que Hamletmanía. No queda la cosa ahí, como estábamos haciendo en el colectivo un ciclo de la trasposición de cine al teatro el libro de Jordi Balló y Xavier Pérez, “Un Mundo un escenario, Shakespeare: el guionista invisible” me está siendo de mucha utilidad, y además lo recomendé en nuestra página. No podía faltar el de Peter Book: La calidad de misericordia, ni por supuesto el reciente de Greeblatt “El espejo de un hombre” sobre la vida, la obra y la época del autor del que ahora se cumplen los 400 años de su nacimiento. Por erudición que no quede, o de gilipollez si se prefiere, el caso es que he llegado a la conclusión (sesudos estudios) de que Ofelia hizo el amor con Hamlet, y por eso no me extraña que Del Arco la sitúe en la cama con su amado. La carta de Hamlet a Ofelia y que Polonio lee nos lo pone a huevo: “A tus blanquísimos pechos. Tuyo, mientras ésta máquina siga siendo mía”. Ofelia evoluciona hacía la locura, además de por la muerte del padre, por la entrega absoluta al príncipe. Que la locura de Ofelia nos lleve del Reggaeton al rap, tiene su punto de gracia y hasta  la pude soportar, pero reconozco la indignación de Jorge que  soporta mal alteraciones del sentido original de los textos. ¿Cómo hacer la locura de Ofelia? Reconozco que nunca se me hubiera ocurrido el tratamiento que le da el director, y por eso le pongo buena nota, como también se la pongo en como soluciona la aparición del fantasma sin tener un castillo con brumas en el escenario, unas luces muy bien diseñadas de Juanjo Llorens y la utilización del mismo actor que hace de Claudio, un poco antes del famoso monólogo, nos parece un acierto. Decir  “la carne asada que se sirvió en el funeral sirvió de fiambre para la celebración de la boda” justifica que Claudio y Gertrudis estén desnudos en la cama despachando con sus “siervos” por mucho que nos parezca reiterativo. Una de las escenas que yo cuestiono (por complejos de los debates de plurinacionalidad) es el buscar la comicidad de los enterradores hablando en extremeño. Dejo una pregunta ¿Qué ocurriría si Orik hablara en un catalán cerrado del Ampurdán a modo de gracieta? Desconozco si el texto original (tendré  que consultar la librería de Jorge) el inglés que se utiliza en ésta parte tiene algún giro dialéctico especial, o si hablan en Irlandés.

Claro que el tema importante a debatir es ¿Qué Hamlet vimos? ¿Un estudiante universitario? ¿Un filósofo al que no le interesa la corona? ¿Un talento artístico? ¿Un muchacho de la primera juventud? ¿Un hombre de acción? ¿Un hombre débil? Yo en esta función me inclino por un Hamlet psicológico, y soñador,  un Hamlet que vive el drama de la muerte del padre desde su interior. Me ha gustado la interpretación de Errejalde, pero como dicen muchos ingleses que todavía no hubo ningún actor que haya interpretado a Hamlet, tendremos que seguir Viendo la famosa tragedia en cinco actos. La más próxima en el Lliure de la mano de Pol López y Pau Carrión. Con el AVE en un plís plás.

 

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