10 AM | 07 Oct

CHANTAL AKERMAN

CHANTALNo es la cinematografía belga de las más significativas en cuanto a los cines europeos, pero ha dado grandes autores como Jacques Feyder y el documentalista Henri Stork en la era clásica, André Delvaux en la época de los nuevos cines y, más recientemente, los hermanos Dardenne, Jaco van Dormael y Joachim Lafose. Chantal Akerman, fallecida el lunes en París a los 65 años, fue una de las figuras capitales del cine europeo de los años 70. Nacida en Bruselas en 1950, decidió quitarse la vida. Había presentado el pasado agosto su último filme en el festival de Locarno, No home movie, dedicado a su madre Natalia.

No fue fácil la existencia de Chantal Akerman, y nunca ha sido fácil su cine, rechazado incluso por la cinefilia más exigente. Las experiencias de su madre, una mujer polaca de origen judío que sobrevivió al horror del campo de Auschwitz, fueron esenciales en la configuración de su personalidad y la de su obra.

Las películas de Akerman son las de una superviviente emocional, muy frágil -varias veces canceló su visita a Barcelona en certámenes como la Mostra Internacional de Films de Dones-, que se guarecía de las crisis, cuando estas empezaban a emerger, estando siempre en guardia. Su cine se radicalizó desde los inicios: feminismo y experimentación a partes iguales, con pocas concesiones, por no decir ninguna, ni a las modas ni los estilos imperantes.

Empezó a dirigir bajo el influjo de Jean-Luc Godard y Jonas Mekas. Nunca se apartó de esa radicalización. Solo hizo un amago en una ocasión, en 1996, cuando dirigió a Juliette Binoche y William Hurt enRomance en Nueva York, una comedia romántica, o lo que ella entendía como comedia romántica. De sus casi 50 filmes, entre largometrajes y cortos de ficción, episodios en cintas colectivas, documentales y algún trabajo para televisión, en España solo se estrenaron tres: Romance en Nueva York por razones obvias -la presencia de sus dos protagonistas-; la que puede considerarse una de sus más definitorias películas, Los encuentros de Ana (1978), característica road movie europea de los 70, y La cautiva (2000), adaptación libre de uno de los tomos de En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust.

PROFESORA EN HARVARD / Vivió una larga temporada en Estados Unidos, donde impartió clases de cine en Harvard. Coprodujo muchos de sus filmes con Francia, donde la veían con los mismos ojos que a Godard, Pialat, Garrel y otros cineastas libres de toda atadura. Empezó a destacar con Jeanne Dielman, 23 quai du Commerce, 1080 Bruxeles (1976), la autopsia dramática y elíptica de una madre soltera que se dedica a la prostitución. Otro de sus mejores filmes es Histoires d’Amérique (1989), una especie de fresco sobre los judíos construido a través de diversos relatos.

Entre sus trabajos televisivos destaca su aportación a la serie Tous les garçons et les filles de leur âge (1993-1994), en la que también participaron Olivier Assayas, Claire Denis y André Téchiné. Akerman sabía ser ligera sin perder consistencia cuando, como en su episodio para esta serie, relató, siempre a su manera, la historia de una adolescente en la ciudad de Bruselas de finales de los 60. Una época que ella vivió también como adolescente, en un mundo en el que nunca acabó de encajar.

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