10 AM | 13 Mar

LA OLA TAMBIÉN EN EL TEATRO-FÉLIX

Ayer viernes la tertulia sobre la inquietante peli que vimos, tuvo varias derivadas, por un lado los que no vieron que el experimento  podía dar como consecuencia el “fascismo”, y luego los análisis del concepto de masas y psicoanalíticos. Recupero algunos apuntes que tomé  de la obra que se representó con el mismo título en el Valle Inclán, en los tiempos en que podíamos ir con toda tranquilidad al teatro.

Cuando alguien se sienta ante un televisor de pantalla plana propio del siglo XXI, y contempla las películas de Leni Riefentstahl sobre el Nazismo  (por ejemplo, los documentales “El triunfo de la voluntad” y “Olympia“); la pregunta que suele asaltar la mente del tecnológico espectador suele ser: ¿cómo es posible que miles de personas estuvieran tan alienadas por las palabras y acciones de Hitler?

 

Debido a la mitificación del programa pergeñado por el temido Führer, millones de seres humanos perdieron la vida, aniquilados sin piedad y salvajismo por los seguidores del dictador nacionalsocialista. Un acto de homicidio sin precedentes, que obliga a cuestionarse si los mensajes del autor de “Mi Lucha” provocaron una  hipnosis generalizada en el pueblo teutón.

Algunos estudios posteriores señalan a la época de destructivos trances, como la verdadera causante de convertir a la mayoría de los compatriotas de Thomas Mann en psicópatas genocidas. Un camino que acabó de dibujarse tras las sanciones económicas impuestas por los vencedores de la Primera Guerra Mundial; y cuyas consecuencias se encargó de moldear el dirigente nazi, mediante una visión extrema y alienante del orden y el control.

Más de veinte años después del alzamiento de las cruces gamadas, el profesor de Ron Jones (docente de Historia Contemporánea en El Instituto Cubberley de USA) intentó explicar el motivo de la multitudinaria psicosis que unió a los germanos con el Tercer Reich. Y fruto de ello nació el experimento conocido internacionalmente como La Ola.

Casi cincuenta inviernos de su ejercicio, el citado proyecto estudiantil adquiere el formato de obra de teatro, de la mano de Marc Montserrat Drukker e Ignacio García May.

La Ola no pretende utilizar la anécdota convencional para construir un thriller más o menos convencional, sino seguir los hechos de la manera más fiel posible; tal y como fueron consignados en su momento por el propio Jones, en diversos artículos y entrevistas recopilados más tarde por diversos exalumnos participantes en el experimento”, señala García May.

LA OLA Y EL COMPORTAMIENTO DE LA MASA

Los sesenta eran en el país de las barras y estrellas lo menos parecido posible a las décadas de los 30 y los 40 en Alemania. Durante 1967 (donde transcurre la obra), la contracultura comenzaba su expansión mundial, y las grandes marchas en pro de los derechos ciudadanos asentaban piquetes de libertad en medio del dogmatismo de los gobernantes. En esas jornadas inspiradoras, la antesala del mayo parisino del 68 incendiaba mensajes de militancia en favor del pacifismo, y desgarraba la evanescente moralidad de un ejecutivo (aposentado en Estados Unidos) que pretendía mandar a los jóvenes a morir en la Guerra de Vietnam.

Enquistado en esos momentos de revoluciones intelectuales y filosóficas, el profesor Jones propuso a sus estudiantes someterse a una aventura de carácter científico: vivir en un grupo dominado por las consignas hitlerianas.

Las conclusiones de tal ejercicio fueron realmente impresionantes, tanto que sus tesis dieron para elaborar un libro escrito por Todd Strasser, y una película dirigida en 2008 por Dennis Gansel (La Ola). La peli que hemos visto ayer.

Los resultados obtenidos por Jones dejaron conclusiones estremecedoras en los lejanos lustros del hippismo. Pero su fulgor no se ha apagado con el paso del tiempo, ya que aún alerta con el mismo brillo cegador sobre la facilidad para caer en la telaraña de las teorías dominantes. Justo como sucedió en la Europa del blanco y negro… entre 1939 y 1945.

 

 

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