LOS NIÑOS DEL PARAISO
La acción dramática tiene lugar en Paris, en 1828 y unos dos años después. La atractiva actriz de teatro Garance (Arletty), nombre artístico de Claire Reine, es cortejada por Baptiste Duburau (Barrault), tímido y sensible actor de mimo; por Frédérick Lemaître (Brasseur), apuesto y prometedor actor de teatro; por Pierre-François Lacenaire (Herrand), dramaturgo frustrado, estafador, ladrón y asesino de refinados modales; y por el vanidoso conde Édouard de Montray (Salou).
El film suma drama, romance, farsa, tragedia y teatro. Concebido como una superproducción, reúne a 1.500 extras, cuenta con un inmenso decorado (de medio km. de largo) que evoca el “Bulevar del crimen” (distrito parisino de teatro), un año y medio de producción, la mayor inversión francesa en cine realizada hasta entonces y un metraje de 3 horas y 25 minutos, dividido en dos partes: “El bulevar del crimen” y “El hombre blanco”.
Estrenado inmediatamente después de la liberación de Francia, antes de la finalización de la IIGM en Europa (mayo, 1945), deviene la gran película francesa de la posguerra. Tras un estreno triunfal, obtiene una gran acogida por parte del público y la crítica. Es el último gran éxito de Carné y de su guionista, Jacques Prévert. Concebida como respuesta francesa a “Lo que el viento se llevó” (Fleming, 1939), guarda con ésta algunos paralelismos: protagonismo de una mujer atractiva, adelantada a su tiempo, independiente, escenas multitudinarias, insertos melodramáticos y trágicos, similar época de referencia, etc.
La cinta traspira la densidad y complejidad características de las grandes novelas románticas del XIX. Los diálogos son fluidos, precisos, abundantes y muy literarios. Los personajes se presentan en dos planos, el de los protagonistas (mimo, actor, ladrón, conde y mujer seductora) y el resto, que reúne un universo variopinto de actores, criminales, oportunistas, hacendados, marginados, dramaturgos, tramoyistas, etc. La actriz y los tres personajes masculinos principales son imaginarios, pero se inspiran en personas reales (históricas). El film habla de muchos y muy diversos sentimientos humanos: celos, deseos de venganza, envidias, amor verdadero, codicia, soberbia, amistad, amor perdido, etc. Presenta una atractiva descripción de ambientes, como el del teatro, la noche, la calle, el familiar, el del público del paraíso, etc. Se apoya en una acertada puesta en escena, un guión brillante, irónico e ingenioso y en interpretaciones acertadas
Justifica la importancia del humor, la ironía, la farsa y la alegría de vivir, en el teatro y en la vida. Eleva un canto al amor en todas sus manifestaciones: amor libre (Garance), amor libertino (Lemaître), amor sincero (Nathalie), amor absoluto (Baptiste), amor único, amor verdadero, amor tomado a la ligera, amor esporádico, amor no correspondido (Édouard), amor homosexual (Lacenaire), etc. Elogia los sueños, los de Baptiste y los de tantos que los han necesitado para sobrevivir. Los sueños dieron fuerzas para soportar la ocupación y alimentaron el coraje de la Resistencia. De los sueños se han de extraer las fuerzas para la reconstrucción. Los sueños permiten ir más allá de la realidad para mejorarla y superarla. Propone un modelo de mujer independiente, autónoma, audaz, sexualmente libre y profesionalmente activa, acorde con la tipología emergente en Europa.
Tras 5 años de clandestinidad, opresión y resistencia, el film proclama llegada la hora de la libertad, la alegría, el amor y la fiesta. Las máscaras han sido y son un medio de autodefensa y resistencia. Son un instrumento para sumergirse en el mundo mágico de la fantasía, fuente de gozo, inspiración y alegría. Sobre todo son una ayuda para aproximarse a la vida, entenderla y encontrar en ella la verdad, la autenticidad, la realidad y la verdadera libertad.
La música, de Maurice Thiriet y Joseph Kosma, ofrece una partitura orquestal apasionada, que inspira sentimientos románticos y dramáticos. Se advierte un ajustado equilibrio entre las formas visuales y las variaciones y los colores sonoros de la partitura. Añade los compases de un vals vienés en una escena de baile. La fotografía, de Roger Hubert, destila equilibrios, armonías, precisión y sutilezas. Ofrece encuadres superiores, inferiores, barridos, perspectivas generales y travellings de gran efectismo. La belleza clásica del rostro de Garance contrasta con el diseño barroco y romántico de la ambientación.
Gran película, nunca estrenada comercialmente en España. Film clásico del cine francés, máximo exponente del realismo poético de Carné.