10 PM | 28 Abr

POPULISMO: ¿ESPEJO DE LA DEMOCRACIA?

evo morales

 

 

Recientemente, en el programa de TV, SALVADOS, el periodista JordiÉvole entrevistaba al dirigente boliviano Evo Morales, inaugurando un Polideportivo en una zona pobre de Bolivia. En la imagen siguiente 2 niños bebían agua contaminada cercana al lugar. El periodista le preguntaba cómo era posible, en Europa o EEUU no se entendería, que se diera prioridad a un Polideportivo frente a la red de saneamiento o la de asfaltado del pueblo. El Presidente Evo le respondió que así lo habían querido los lugareños. Como el periodista, incrédulo, volvía a insistir, el Presidente repetía:” lo han querido así…..”. Es de suponer que alguna forma de consulta a los ciudadanos ha tenido lugar.

El asunto viene a colación de un artículo publicado en El Pais, en la Cuarta Página, el 9 de Abril, titulado “Populismo contra democracia”, del profesor de Derecho Constitucional Francesc de Carreras, en el que contrapone la democracia liberal y pluralista, vigente en España y Europa, aunque reconoce de pasada que no funciona bien, al populismo,que identifica como “degeneración progresiva de la democracia misma y,si llega a ganar unas elecciones, siempre intenta hacerse con todo el poder del Estado y cambiar las reglas del juego político para instaurar un sistema distinto que, probablemente, ya no pueda ser denominado democrático”. Por cierto, la candidata a la Alcaldía de Madrid, Esperanza Aguirre, dijo algo similar a esto último, con mayor dramatismo verbal, en versión reelectoral, referido a si ganara PODEMOS.

Dejo al margen las apelaciones al populismo entendido de forma negativa, constantes en los medios, resumidas en que todos los populismos “dicen lo que la gente quiere oir”, o, sea, diagnóstico de los problemas de pobreza creciente de las clases medias endeudadas, de paro y precariado en los trabajadores, injusticia fiscal, desigualdad social, explotación diversa, emigración obligada, prevalencia de los mercados financieros sobre la política…., y que practicarían todas las fuerzas políticas en algún momento, aunque solo se diga de los populismos.

Es como si los ciudadanos fueran menores de edad o de inteligencia, y no quisieran oir lo que les pasa, sus causas, oyeran la descripción de su vida real por los políticos, y fuera suficiente para votarles, sin propuestas para comprometerles a que las acometan, y a que puedan ellos participar, con alguna asiduidad, para decir cómo resolverlo, con debates y portacionesas a los mismos, antes y después de las elecciones legislativas, regionales o municipales.

El populismo, en el artículo referido se presume, sin profundizar, en un sentido distinto, no negativo, es decir, como una identidad política, un constructo político y social, antagónico con la democracia liberal, que parte de su seno, eso sí, con el objetivo de destruirla

Pero, entonces ¿qué caracteriza al populismo distinto de la democracia liberal y que, para el profesor, es antagónico con ella?. No se sabe. Solo se supone que es distinto y se afirma, sin mas argumentos, que su sentido es totalitario. La vieja dialéctica, democracia, entendida como liberal, frente al totalitarismo. Solo existe, para esa forma de pensar, una democracia que se llama liberal. Todo lo demás es totalitarismo, fascista o comunista.

Los teóricos del populismo, Ernest Laclau y Chandal Mouffe a la cabeza, definen el populismo como una construcción o una identidad política, en la que se muestran las demandas insatisfechas, siempre presentes en cualquier sistema institucional que se construya como hegemónico, y se estabilice, incluido el propio populista, si llegara a hacerlo, y los antagonismos sociales, presentes y necesarios para hacer contrahegemonía. O sea, siempre hay demandas insatisfechas y siempre hay antagonismo que, como significantes vacíos o flotantes, tratan de llenarse, sin conseguirlo, de manera performativa, a través del discurso, del lenguaje, con los nombres del pueblo. Esa es la garantía democrática del populismo, que implica las libertades. Y es fundamental entender esto: sin aceptar antagonismo no hay democracia, sin expresión de demandas insatisfechas, tampoco. Por tanto, tampoco hay populismo.

No hay hegemonía totalitaria, como sí que ocurrió con el comunismo real, de las repúblicas del Este, en el siglo pasado, es decir, que totalice el sistema social y sus relaciones de fuerzas, quedando estas apagadas o reprimidas, subsumidas en una, el partido y su burocracia corrupta, en el Estado totalitario.

Por cierto, en el comunismo y en las democracias liberales de hoy, la economía determina la política, y los grupos económico-financieros determinan, con el capitalismo, el poder real. En algo se parecen. En el populismo no, al menos desde la teoría, es imperativo el dominio de la política sobre los otros sectores, incluido el económico, que se ve subordinado. No hay “determinaciones en última instancia de la economía”, ni ” democracia de los mercados “.

Ese sistema, o construcción social, que siempre tiende a la hegemonía de unas fuerzas sobre otras, ¿es obligadamente totalitario, absorbente de todos los antagonismos y negador de las demandas que no pueden sino estar satisfechas, una vez estabilizada dicha relación de fuerzas hegemónica?.

Para los teóricos del populismo, no es así, de forma clara. Al contrario, lleva inherente la democracia, es decir, que el nombre del pueblo sea plural, en distintas fuerzas sociales que lo expresan, en diferentes demandas que buscan, sin conseguirlo definitivamente, una que haga el discurso quivalencial, donde todas se vean reflejadas discursivamente, a pesar de las otras diferencias, que permanecen, y que arrive a la hegemonía, frente a otras, minoritarias.

Ahora bien, como señalaba Anton Costas en las páginas rosas de El Pais, existen populismos buenos y malos, el de Roosewelt, y el del canciller alemán Brunning, por citar 2 ejemplos respectivos, que él citaba.El primero, que identificó los problemas del pueblo americano en la crisis de la Gran Depresión, y con el New Deal se dió una solución, alejada de las politicas deflacionistas, y el de Brunning, que con sus políticas de austeridad, fue la antesala del nazismo. Ahora, también, parece que le damos soluciones políticas diferentes a la crisis del capitalismo, y sus recurrentes burbujas financieras especulativas, en América y en Europa.

¿Qué es lo que hace que los defensores de la llamada democracia liberal, tal como la conocemos, piensen que cualquier construcción teórica y práctica, en su seno, y con sus medios, que busque profundizar esa democracia, hacerla real, más igualitaria, mas participativa con los ciudadanos, se considere antagónica y se la adjudique el cliché totalitario? Pues, en mi opinión, que la igualdad formal en la que se basa, esconde los antagonismos, los conflictos, bajo la apariencia de que todos los ciudadanos somos iguales ante la ley y con los mismos derechos. No hay antagonismos, y si los hay, son menores, analizados, amortiguados y silentes, en las instituciones liberales, sobredeterminándolos.La uniformidad ideológica y de propuestas políticas de los partidos, en la democracia liberal, se ve hoy de manera clara, y es su inevitable consecuencia. Los mas importantes, tienden a garantizar y reproducir el poder económico-financiero, en las fases de crecimiento, y, en las crisis, como una catarsis para su dominación sobre los sectores populares.

No se acepta, que se pueda descubrir, bajo la igualdad de derechos que proclama, en sus Constituciones y en sus leyes, unas relaciones de dominación y explotación, entre grupos y personas, tan graves, que todo el sistema queda en evidencia, por las relaciones reales que el sistema económico capitalista, hoy y ayer, de distinta manera, ha impuesto bajo su manto, y que se manifiestan cristalinamente a los ciudadanos, en los momentos de crisis, cuando unas fuerzas, mayoritarias, son afectadas negativamente en sus vidas diarias, por otras, minoritarias, manteniendo su dominación sobre el conjunto.

La democracia liberal, tal como la conocemos, con los grupos de poder oligárquicos enquistados en los aparatos del Estado, en los partidos, y en la economía financiarizada, gestionan su dominación con la igualdad de derechos como emblema, constituyen su discurso performativo. Esos grupos minoritarios performan la realidad de manera que se pueda evitar su identificación dominadora bajo la apariencia de la igualdad y la libertad, en las que todos los ciudadanos creen hoy. Es una manera como otras en la historia de las dominaciones, es su ensamblaje jurídico y político.

En la economía dominan los mercados financieros y de deuda, concentrados en pocos que deciden las políticas para los ciudadanos y los colectivos, biopolíticamente, y con graves consecuencias para ellos, y para las soberanias nacionales, supuestamente democráticas, (¡atentos al ITTP que nos quieren imponer, sin debate, en el comercio y la inversión, poderes no democráticos, americanos y europeos), pero somos iguales ante la ley, por lo menos hay que hacerlo parecer.¡Si al menos, como especulaba Baudrillard, lo virtual estuviera separado de lo real, sin ninguna relación, sería un puro juego, y no afectaría a nuestras vidas!. Pura ilusión

Todo ello, contra lo que se viene luchando, en el 15-M, las diversas mareas verde, blanca.., marchas por la dignidad, contra los recortes, ERES…., ahora con Podemos y otras fuerzas, ¿quiere decir que el buen populismo tenga que suprimir las libertades de los ciudadanos, las elecciones al Parlamento, a la Jefatura del Estado, si las hubiera, a los municipios, a las regiones…a las instituciones, cada 4 0 5 años?. Para nada. Al contrario, debe ser su caldo de cultivo, sin ellas jamás conseguiría revertir la dominación que ejercen unos pocos sobre los sectores populares, ni mantendría las resistencias y las posibilidades de estos, en caso de desviación minoritaria, no democrática. Es más, deben llevarla en su práctica diaria como emblema y prueba de que su construcción hegemónica es legítima y legitimadora de las instituciones, que deben estar al servicio de los ciudadanos, y no utilizadas por unos pocos (la denominada casta u oligarquía), para sus intereses personales y minoritarios.

Muchas veces es lo contrario, cuando los sectores y capas populares consiguen afianzar su poder y construir una relación de fuerzas social y política que sea un problema para los sectores minoritarios que la ejercen sobre ellas, son estos los que se quitan la careta de la igualdad ante la ley, y de la libertad, y subvierten el orden liberal para perpetuar su dominación de otra manera menos formal y mas real. Lo performativo deja de jugar su papel. Los ejércitos y las fuerzas represivas, mediante la violencia física, son llamados a jugar un papel distinto, a su servicio. Hay casos en la historia de la modernidad liberal que así lo atestiguan. Los de mas edad recordarán el Chile de Allende, y otros antes, la República española. Pero no son únicas.

¿Cómo explican los defensores del liberalismo, tal como lo conocemos, insisto, que algunos partidos populistas desde su nacimiento, hagan elecciones primarias abiertas a todos los ciudadanos, para todos los puestos internos y de representación institucional, con votaciones por listas plancha, o por sistemas de voto ponderado, con correcciones de género en listas cremallera, como si llevaran haciéndolo una eternidad, utilizando los medios técnicos a nuestra disposición, hoy, y los partidos liberales del sistema, que tenían que practicarlas desde su nacimiento, porque se llaman liberales y demócratas, ni siquiera lo hagan ahora, que ven peligrar su hegemonía política parlamentaria, incluso, uno mayoritario, hoy, practique el dedo cooptador, desde la cúspide, sin ningún escrúpulo democrático?

¿Como explican los defensores del liberalismo político, que quieran ser independientes de poderes no democráticos, los financieros, calificados como sistémicos, como coartada para que la política atienda sus requerimientos económicos, sobre todo en momentos de crisis financiera, que previamente han creado, y, convertida en crisis de la Deuda, es decir, a pagar por todos, y financiarse con campañas de microcréditos, o de Crowfunding, entre los ciudadanos simpatizantes con sus ideas.?

El populismo bueno, afirmativo, sin complejos, retorno al título de este escrito, ¿espejo democrático en el que tendremos que mirarnos a partir de ahora, para cambiar la forma de hacer política desde la ciudadanía, y construir una hegemonía popular que mantenga y amplíe las libertades y los derechos individuales y sociales?  Y ello, ¿a pesar del desprestigio del nombre que las oligarquías y sus medios estan consiguiendo demonizar para que no cale en la población?

La antinomia, hoy, querido profesor, ya no es democracia contra totalitarismo, sino democracia frente a oligarquía, dentro de la democracia liberal, casi única y general, al menos en Europa, y que nadie pretende subvertir. Salvando todas las distancias, que son impresionantes para nosotros, se entiende mejor la perplejidad de Jordi Évole cuando los ciudadanos de una localidad de Bolivia decidieron el Polideportivo frente al saneamiento de las aguas y el asfaltado de las calles. Decidieron ellos, no las élites dominantes, aunque no fuera la mejor decisión desde nuestra perspectiva.

Eugenio

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