12 PM | 11 Jun

Comentario al film ” El ladrón de bicicletas” y la lógica del capitalismo de EUGENIO EUGENIO

COMENTARIO A LA PELI “ EL LADRÓN DE BICICLETAS” Y LA LÓGICA DEL CAPITALISMO

 

No entiendo que esta peli nos guste, incluso aunque se le añada la calificación de dura, si estamos de acuerdo con el sistema capitalista, o, estando en desacuerdo con él, lo aceptamos por inercia convencional o porque no hay otra cosa. Evidentemente, la peli puede ser buena porque refleje bien lo que quiere exponer, la explotación de los trabajadores, con bicicleta o sin bicicleta, por sus cualidades cinematográficas, técnicas, de montaje, de actores o de dirección, pero no por el  fondo en cuestión que explicita. Debe ser algo más serio y difícil de pensar.

Si estamos de acuerdo con el sistema la peli nos expone de forma transparente las diferencias de clase, en pleno siglo XX en el que está rodada, por la que un sector mayoritario de la población, los trabajadores, ofertan su fuerza de trabajo y la venden a cambio de un salario para vivir, a otros, minoritarios,  que poseen los medios de producción y la compran, para conseguir la acumulación de capital necesaria para su reproducción ampliada, mediante la apropiación del trabajo excedente que no es retribuido con el salario (plusvalor). Ver el curso grabado sobre “Marx contra los marxismos” del Colectivo Rousseau. Teoría del valor de Marx, que nadie aún ha podido rechazar teóricamente con solvencia, salvo su elusión, para fabricar una teoría nueva “ad hoc” de la práctica, que constituya la ideología económica y social del sistema, hoy dominante en las universidades y en la práctica mainstream de los lugares desde donde se postula la axiomática capitalista.

Porque incluso los clásicos Adam Smith y Ricardo, en especial este último, consideraban que la fuente del valor era el trabajo, el que produce y es productivo, aunque de una manera general y antropológica, sin diferenciar el trabajo en general de la fuerza de trabajo como mercancía especial que genera valor excedente y sin analizar su comienzo, con la violenta “acumulación originaria” ( libro 1 del Capital ) por la que el trabajador era desposeído de sus medios de producción comunales y tenían, obligados, que vender su fuerza de trabajo, como bien se ve al inicio de la peli, donde un puñado de trabajadores esperan en la plaza ( como dijo Magdalena, hoy existe, también, ese lugar en las ciudades), la demanda de trabajo por el otro, el dueño de los medios de producción y del capital que les necesita para obtener la ganancia.

Claro que, entonces, Smith y Ricardo no podían explicar la ganancia del capitalista, en su teoría del valor trabajo, manteniendo el intercambio de equivalentes del mismo en la producción de mercancías. Por eso, el marginalismo vigente, con variantes, la teoría llamada neoclásica o marginalista desde Alfred Marshall, se ha inventado otra teoría única, radicalmente distinta, basada en la utilidad marginal y en la preferencia de los consumidores (psicologia) que decidimos, a través del precio, lo que es el valor en vez de al revés. Así, los capitalistas eligen la acumulación frente al consumo suntuario y los trabajadores eligen libremente trabajar frente al tiempo libre ( no trabajar o trabajar menos), en un sistema de equilibrio perfecto de oferta y demanda, remunerado a su precio de mercado, uno con la ganancia la inversión, y el otro con el salario su fuerza de trabajo para producir mercancías, y generar valor al servicio del otro . Se perdió el Trabajo por el camino como fuente de valor. ¿Quién no ha oído eso de que “los parados no trabajan porque no quieren trabajar, son vagos, y quieren vivir del subsidio”?.

Pues esa es la ideología económica y social dominante, única, diría yo, porque el keynesianismo, el estímulo de la demanda agregada, desde los gobiernos del tipo que sean, liberales siempre, neo o sin neo, es una política de urgencia del sistema en épocas de crisis, para evitar la revolución de los desempleados en la calle, sin tener para comer, transitoria por tanto, para salvarlo de la recesión o de la depresión, que en cuanto genera inflación, se vuelve al ajuste salarial directo, via salario nominal o indirecto, vía salario social, para reproducirse, o al desempleo (plusvalor absoluto o relativo, según épocas y sectores de mayor o menor productividad o de mayor incidencia sindical), contando hoy con un mercado global del intercambio desigual y/o del desajuste entre fuerzas productivas y relaciones de producción, con la división internacional del trabajo como acompañante estructural global.

La película empieza en ese mercado del trabajo en una plaza de un pueblo o una ciudad cualquiera, con una particularidad, que se reproduce hoy similar, en el primer tercio del siglo XXI, para aquellos que dicen que hay una gran evolución muy entusiastas, la exigencia de 2 supuestos: 1/ que el trabajador de la película tenga bicicleta, o sea, un medio de producción que debería poner el capitalista; y, 2/ que compita así con los otros trabajadores que la tengan y con los que se la roban, que también están en situación similar a la suya, dueños sólo y en exclusividad de su fuerza natural de trabajo, su cuerpo. Ahí está la solución, más bien problema, diría yo, de la “justicia de necesidad”, con ese u otro nombre, que exonera al culpable de la pena de robo por urgencia de hambre para sí y para su familia, en una época donde la explotación femenina no era directa, sino a través del hombre, que es el que genera valor ( crítica de la escisión del valor de Roswitha Scholz).

El primer supuesto, es similar a los “riders” contemporáneos, en la peli bicicleta, en la actualidad motocicleta o coche para repartir o transportar en la ciudad ( hemos avanzado técnicamente, hemos de admitir, la bici ya es un objeto de ocio, para ahorrarles las deseconomias externas que crean, así se llama, de la polución en las ciudades), junto con la seguridad social que ya no depende del capitalista sino del trabajador, a cambio de que se le reconozca socialmente como emprendedor, una figura ideológica donde las haya que ha puesto en danza el neoliberalismo , en realidad un falso autónomo que viene de perlas para hacernos creer que la sociedad capitalista puede llevar la utopia (o distopia, quién sabe), de que todos somos libres y autónomos, en igualdad con los otros y ofrecemos los productos en el mercado cual artesano precapitalista, siguiendo el circuito M-D-M, cuando en realidad no lo somos, trabajadores por cuenta ajena, disfrazados de emprendedores libres y presos del circuito D-M-MP-D+, que empieza con dinero extraído desde la acumulación primitiva y se termina con Más dinero derivada de la acumulación de capital en el intercambio de mercancías moderno y globalizado.

Esa característica de la revolución burguesa, que no de la revolución francesa, capturada por una clase para que sus principios (Locke y Kant) puedan seguir blandiéndose (libertad e igualdad), aunque ya no cuela lo de independencia civil o fraternidad, porque nadie es libre si depende de otro para vivir. Como somos emprendedores autónomos, somos libres, nos quieren hacer creer. La ideología de la utilidad marginal y la preferencia de los consumidores viene como anillo al dedo y es su antesala teórica, si se puede llamar así, e ideológica. Todo cuadra. Pero sabemos que el capitalismo no puede funcionar sin una reserva de trabajadores en paro, que no pueden ser todos autónomos y emprendedores individuales, y tiene que recurrir al incremento de la productividad extrayendo valor, en muchos casos, en vez de creándolo. Para eso el Estado siempre ha estado dispuesto a ayudar, gratis, también, de los impuestos de los ciudadanos, claro, de algunos más que de otros.

Pero no basta con eso, hay que crear una competencia entre trabajadores, de modo que algunos quieren ser autónomos ( parecer libres) y otros asalariados por cuenta ajena, más allá del fraude de ley cometido por los empresarios que contratan. Así, hemos asistido a la polémica con motivo de la llamada Ley de los riders de Yolanda Diaz, en la que unos estaban a favor de seguir siendo autónomos porque creían así no depender del capitalista y ser libres y otros seguir siendo asalariados por cuenta ajena, porque al menos tienen derechos reconocidos por el estatuto de los trabajadores. Todo un ejemplo de lo que hemos avanzado desde la época de la película.

En el segundo supuesto, los ladrones de bicicleta y los desempleados son lo mismo, viven el mismo mundo de miseria moral y material en la peli, aunque hoy el “robagallinas” puede tener la eximente de necesidad, que no se aplica siempre, y va a la cárcel o es penado de alguna manera por hurto y el plutócrata es reconocido porque paga pocos impuestos y en muchos casos, cada vez más, extrae valor pero no lo crea, como se quiere hacernos creer, o se ahorra la seguridad social del trabajador, contratando falsos autónomos en fraude de ley permanente, eso que yo llamaba en otros comentarios “prevaricación en sentido amplio”, que la justicia no se aplica  para ellos. Veremos si sigue ese fraude de ley a pesar de esa actuación del gobierno contra los falsos autónomos, dado que no hay inspectores de trabajo suficientes para atender tanto fraude, y que además, no pagan impuestos para contratarlos. No digamos nada del fraude en la contratación temporal, esa que también Yolanda Diaz y el gobierno dicen van a acometer con la “supresión de la reforma laboral” del PP antes de diciembre.

Al final todo esto sirve a los que creen en las virtudes del sistema capitalista o en los que dudan de ellas, por otras añadidas razones a la explotación del trabajo, pero que como es el único que tenemos, estamos casi resignados. O quizás, no tanto. Por eso dan que pensar tantos automatismos del sujeto en el capitalismo. ¿Quizás fetichizados, no más, por sus procesos evolutivos sin rupturas?

Ahí queda para pensar con esta peli última del Colectivo de esta temporada.

Hasta pronto

EUGENIO

Compártelo:

Escribenos un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *