Respuesta a Javier Cercas de Eugenio

Ya empieza a ser cansino eso de defender la Monarquia declarándose republicano, como hace Javier cercas, y no solo él. No me lo creo. Lo que parece es que les da una cierta vergüenza intelectual, cierto pudor, que todavía creen tener, al defender un sistema político coronado y necesitan legitimarlo, diciendo que lo defienden en nombre de la democracia e incluso de la izquierda que trajeron los antifranquistas. ¡Manda huevos, que diría aquél¡. Encima se creyeron o nos hacen creer, porque ellos tampoco se lo creen, que la conquistamos, que la izquierda nos trajo la monarquía.

Pues no, señores, vino en un envoltorio y nos dijeron, “si quieres democracia, acepta la monarquía”, nos la colaron ya antes de la Constitución, como otras cosas, el sistema electoral y la composición del Congreso y del Senado, claramente escorado en la dirección que ellos querían, sobre todo el Senado, con las leyes franquistas respecto a la sucesión, primero, y después con la Ley para la reforma política de Adolfo Suarez, nombrado y dirigido, durante un tiempo antes de echarle, por el Rey que nombró Franco. Así nos lo vendieron ellos, los neofranquistas y conservadores de variado cuño, los que de verdad la trajeran. Que no tuvimos fuerzas suficientes desde la izquierda para hacer una verdadera ruptura democrática y un auténtico proceso constituyente y hubo que negociar esta democracia orientada o limitada o incompleta como queramos, lo más que se pudo conseguir, eso es verdad, pero no nos cuenten milongas, que fuimos participes, no sé si todos esos que hoy la defienden en nombre de la izquierda.

Ahora que ese Rey con una falta de legitimidad de origen ha perdido la legitimidad de ejercicio por sus tropelías consentidas por el sistema mismo, ahora nos quieren hacer corresponsables de la existencia de esta, que es fundamentalmente defendida por la derecha y la ultraderecha neofranquista actual, ¿postcorrupta?, en nombre de un nacionalismo español excluyente, del que el actual heredero no quiere desembarazarse, como se vió en la sucesión, digamos vergonzante y precipitada, por el riesgo de lo que venía con el 15-M y los movimientos de protesta sobre la languidez y estrechez de la democracia: “ Lo llaman democracia y no lo es” , “democracia real ya”…., se oía en Sol; en el discurso del 3 de Octubre con el “referéndum” catalán; en sus silencios de un año, al menos, con la herencia que le dejaba su padre; el que mantiene hoy con la derecha militar golpista que quiere fusilar, otra vez, a 26 millones de españoles, sin importancia, cosas de nada, y toda la derecha política y mediática que le acuna. Y que no mienten la historia, por favor, como dice Alba Rico, ayer: “ La Monarquia ha sido uno de los grandes obstáculos para la democratización de España”.

Ahora, mi temor, es que lo volvamos a comprobar, también, porque la CE que terminamos votando no es un final de toda la política democrática posible, como pretenden, demasiados aún, y muy poderosos, sino el principio de mucho más, con el neofascismo o neofranquismo al acecho y crecido. Si queremos y si podemos, claro. Pero no nos hagan comulgar con ruedas de molino los monárquicos camuflados.

Por lo menos, déjennos intentar avanzar más e integrar a las naciones periféricas y a sus pueblos, federalmente, y construir una democracia donde todos nos sentamos cómodos, sin gente en la cárcel, a ser posible, y, con justicia y equidad, lo que resulta, no obstante, también difícil, con este capitalismo patrio. Y si eso es republicanismo con república, mucho mejor. Serán fuerzas que emerjan sin tanto cinismo y sin final de la historia.

EUGENIO