06 PM | 03 Abr

UN PERRO ANDALUZ. Las imágenes más perturbadoras del cine

perro andaluzComo dice el propio Buñuel: “esta película nació de la confluencia de dos sueños. Dalí me invitó a pasar unos días en su casa y, al llegar a Figueras, yo le conté un sueño que había tenido en el que una nube desflecada por la luna y una cuchilla de afeitar hendía un ojo. Él, a su vez, me dijo que la noche anterior había visto en sueños una mano llena de hormigas… Escribimos el guión en menos de una semana siguiendo una regla muy simple: no aceptar idea ni imagen alguna que pudiera dar una explicación racional, psicológica o cultural. Abrir las puertas a lo irracional”. Dalí comenta de ella : “son hechos reales o parecidos a los reales y por tanto enigmáticos, incoherentes, irracionales, absurdos, desligados y sin explicación”. 

La película responde perfectamente al espíritu surrealista pues, como ya se ha visto, parte del inconsciente, los sueños, negando cualquier tipo de lógica Por otra parte, y como también es típico del estilo, se intenta romper con los tabues e ideas preconcebidas. (El surrealismo tienen un fuerte carácter revolucionario, tanto en lo general, siguiendo ideas marxistas, como dentro de la propia persona y su forma de ver el mundo)

Pero, ¿qué ocurre en esta famosa historia? En sus escasa media horano aparece ni un solo perro ni, tampoco, un andaluz (aunque algunos, como Gibson hablan de una broma privada entre Buñuel y Dalí con la que insultaban a Lorca, desde hacía unos meses bastante alejado de ambos). Hay sin embargo, una sucesión de historias sin conexión lógica, connumerosos saltos de tema, escenario o tiempo, que impiden cualquier explicación lógica. No hay hilo narrativo e, igual que en los sueños, los temas se mezclan, aparecen y desaparecen, se entrecruzan, sin producirse ningún final cerrado. Es el esbozo de lo que Dalí llamará elmétodo paranoico-crítico, que pretende pintar los sueños y los estados alucinatorios.

Una de sus escenas más memorables es la que da comienzo a la película, cuando el propio Buñuel secciona el ojo de una modelo impasible (fue un ojo de cordero) uniendo el movimiento del filo de su navaja con el leve movimiento de una fina nube sobre la luna. La escena es de un realismo tremebundo, aún mayor al producirse sin ninguna explicación. Su falta de moral para causar un daño que duele al propio espectador, provocó unas críticas extraordinarias durante su extremo. Era su sadismo, la gratuidad de la acción, que hablaba del hombre como ser animal dominado por impulsos de destrucción que muy pocos años después el régimen nazi se encargaría de corroborar.

Ese animal oculto que llevamos dentro era el objetivo final del surrealismo. Quitarle todas sus cadenas para enfrentarlo contra el bus gusto o, simplemente, la educación o la ética; todo un conjunto de enseñanzas heredadas que simplemente nos cubren con un ligero barniz nuestros impulsos más destructivos. En el fondo de esta actitud latía un romanticismo radical y, si nos fuéramos más lejos, la concepción negativa del hombre (un lobo para el hombre) que ya había propuesto Hobbes en el XVIII.

¡Basta ya de hipocresía; en realidad somos así, por mucho que nos intenten cambiarnos!; parecía decir toda la escena ¡Daros cuenta, nuestra civilización es sólo un sistema de convicciones! ¿o es que no recordáis la matanza de la Primera Guerra Mundial que dejó que murieran millones de hombres por unas aspiraciones tradicionales? El mal existe, por mucho que queráis cerrar los ojos y no verlo  

Junto a ella aparecen numerosas escenas sexuales (muy explícitas para la mentalidad de la época) y, por supuesto, el mundo de los insectos. 

Al parecer el origen de la imágenes, como se decía unas líneas más arriba, provenía de Dalí, que sentía una fobia terrible ante los insectos (langostas, mariposas, hormigas…)

Su aparición en multitud de sus obras (y la de algunos de sus amigos, como Lorca) la debemos entender como una forma de enfrentarse con sus propias pulsiones y hacerlas presentes en una actitud ambigua de rechazo-fascinación. Aquello que nos aterroriza pero a la vez nos atrae sin remedio, como ya había señalado Freud relacionando el eros (sexo, vida) y el thanatos (muerte).

Cirlot (un especialista en el surrealismo y sus símbolos) relaciona la hormiga con lo negativo, los mundos subterráneos, y por tanto la muerte (de esta manera utilizará el símbolo Lorca en sus Casidas) 

Por último os propongo esta imagen, también típica de la iconografía de Dalí: un asno podrido. Desde sus primeras obras esta idea de la putrefacción es constante, e incluso el pintor la dio nombre en sus numerosos escritos: el estilo Camembert. Son los objetos fluidos por el efecto de su descomposición, imágenes que exploran el asco, lo innombrable, lo escatológico. Dalí se inspiró en Bataille (otros de los grandes teóricos surrealistas) y su libro, la Estética del escupitajo, paravolver a referirse a temas prohibidos por ser de mala educación

En la mesa no se habla de esas cosas, os habrán dicho más de una vez, pues nuestra cultura suele renegar de todo tipo de temas escatológicos, aunque sean tan naturales como otros. Pero nos escondemos ante nuestras buenas maneras y los cambiamos por eufemismos, los convertimos en chistes… (todas ellas acciones de desviación que nos permiten hablar de ellas sin afrontarlas verdaderamente, según Freud).

Sin embargo, y de nuevo en esta actitud provocativa y transgresora que siempre tuvo el surrealismo, Dalí se complace en escribir y pintar sobre la mierda, lo podrido, lo asqueroso que nos obligue a enfrentarnos con el tema tabú sin pantallas protectoras. En realidad, un claro precedente del mundo gore.

Y es que el surrealismo tuvo (entre otras tantas influencias posteriores) la ampliación de los temas, la agresión al espectador, dándole un mazazo en su buena conciencia, convirtiendo el arte no en un refugio de belleza, sino en un cuchillo, un arma de descuartizar nuestras certezas, haciéndolas tambalearse.

En el arte último esta actitud ha llegado a crear una verdadera corriente llamada arte abyecto con artistas como Serrano, los hermanos Chapman o Hirst

 

Serrano. La Morgue. 1992

Pero además de estas tres imágenes elegidas la película está llena de escenas llenas de una poética extraña y fascinante en donde el sexo, la muerte, el arte, la violencia, las metamorfosis se suceden sin orden.  

Recordad cuando la veáis que no os podéis enfrentar a ella de la forma habitual sino que debéis entrar en el juego ilógico y dejaros llevar por él, sin intentar comprender sino sentir, abandonaros a la imágenes y sentir (casi con las vísceras) lo que provocan en vuestro interior. La experiencia es fuerte, pero merece la pena, encontraréis imágenes de una potencia visual increíble ¡que se rodaron con los medios de los años 20!

 

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