09 AM | 30 Nov

Presentación “EL APRENDIZ DE BRUJO”

“KRABAT. El Aprendiz de Brujo”, es el décimo largometraje de Karel Zeman, de 1977, y quizá la mejor muestra de su retorno de los 70 a una animación más clásica, de lápiz y pincel. Escribe el guión siguiendo la obra, “Krabat y el molino del diablo”, publicada en 1971 por el checo-germano, Otfried Preussler, que nació en la actual Bohemia checa (Liberec), en 1923, y falleció en Alemania en 2013, hace ahora seis años.

 

Preussler, de familia germana, se alistó en el ejército nazi, fue hecho prisionero por los rusos y confinado en un campo de internamiento en el que contrajo el tifus y la malaria, quedándose en 40 kilos… Pese a su estado físico logró sobrevivir, y en 1948 fue a Bavaria donde se reunió con familiares allí desplazados y también con una antigua novia, con la que se casó al año siguiente. Estudió Pedagogía, trabajó como maestro de primaria, y llegó a ser director de una escuela.

Pese a ese pasado difícil, Preussler fue un narrador con un humor refinado e incisivo, y sus obras están llenas de sutiles ironías. Fue además un excelente ilustrador de sus propios libros, y un autor muy premiado por sus obras de literatura infantil y juvenil. Fue incluso propuesto para el premio Andersen, el equivalente al Nobel de literatura infantil y Juvenil. Otras obras juveniles muy conocidas suyas y editadas en España son las del “Bandido Saltodemata”, muy aconsejable para lectores desde los nueve o diez años.

KRABAT es de 1971, y se piensa que debió conocer de adolescente –por la biblioteca de su progenitor- el poema de Goëthe, “Die Zauberliering” (que significa, “El Aprendiz de Magia”), y que narra la historia de un aprendiz de brujería que aprovecha la ausencia de su maestro para dar vida a una escoba, y que ésta haga el trabajo que le ha sido encomendado. Pero, cuando logra hechizarla, no sabe las palabras mágicas para detener las tareas… Para pararla se le ocurre romperla en dos, pero, en lugar de cesar el embrujo, cada parte de la escoba comienza a hacer por partida doble el trabajo. Finalmente, al volver el maestro y ver lo que está ocurriendo, logra con sus conjuros detener a las escobas…

Este episodio del poema de Goëthe se asociará de manera automática a la película, “Fantasía”, de la factoría Disney, estrenada en 1944.

Pero, antes del poema de Goëthe y de la obra de Preussler, referirme a que la historia original del Aprendiz de Brujo proviene de una leyenda de la tradición oral serbocroata del siglo XVII, enmarcada en la Guerra de los Treinta Años: al parecer, el Príncipe Elector de Sajonia regresaba de una batalla contra los turcos, cuando fue capturado por sus enemigos. El encargado de planear y ejecutar su rescate fue un coronel de origen croata llamado, Johannes Schadowitz. Y, debido a lo espectacular y casi sobrenatural de este rescate, surgió la leyenda de que este caballero, a quien apodaron, kroat (el croata), era un poderoso hechicero (…un presunto caso de superstición popular…). Y de Kroat, derivó la palabra, Krabat.​

Y como tantas historias de la tradición oral, la de Kroat, o Krabat debió ser retocada y aderezada con el paso de los años, variando sustancialmente, siempre al gusto de los transmisores.

Ciñéndonos a la adaptación de Preussler, el protagonista es un joven mendigo huérfano, quien, a los de catorce años se convirtió en el aprendiz de un mago. La historia comienza cuando un cuervo -una metamorfosis del propio diablo-, le pide repetidas veces que acuda a un molino antiguo. Cuando encuentra ese lugar, el molinero -a quien llaman, “amo”- le toma como peón. El trabajo es extenuante, pero al menos obtiene techo y comida. Krabat encuentra allí a varios chicos que también son aprendices de mago. Los primeros poderes que adquiere parecen inofensivos, aunque sorprendentes. Enseguida llama la atención que por ese molino apenas vayan clientes…

Y mejor que cada uno descubra la historia. Entre la fábula y la leyenda, KRABAT nos habla del poder despótico, de la muerte, del destino, de la amistad, y sobre todo del amor puro de la adolescencia.

Esta obra de Preussler se la considera un clásico de la literatura juvenil alemana, y se ha traducido a más de treinta idiomas. En España la obra se publicó por primera vez en 1981, con el mismo título (“Krabat, El Molino del Diablo” ), y todavía hoy se puede encontrar en librerías.

Cinco años después de la publicación del libro, Zeman rueda en 1976 una adaptación cinematográfica, que estrena un año más tarde. Como señalaba al principio, presenta un tipo de animación muy distinta a la que hemos visto en este ciclo, manteniéndose el alto impacto visual de sus imágenes y que conforman unos universos estéticos sorprendentes. Para KRABAT diseña unas figuras y unos fondos de gran belleza y originalidad, y hace uso de interesantes efectos visuales, como unas llamativas superposiciones de efectos de agua, nieve y humo sobre la base de dibujo. Los personajes son figuras planas, que parecen de madera, como sacadas de xilografías medievales, algo inexpresivas. Las figuras tienen las extremidades recortadas, y ensambladas. Son animadas mediante la técnica de «stop-motion», cuadro a cuadro, y que requiere mover pacientemente todas las articulaciones. Con esta técnica, y una estética cuidada, consigue una obra de una extraordinaria originalidad y belleza visual. También son reseñables las numerosas metamorfosis que se suceden en los personajes, cuya animación es una labor realmente minuciosa y artesanal.

KRABAT es una película más reposada que las anteriores que hemos visto en este ciclo (La Invención Diabólica, El Barón Prasil –Munchaussen-, y El Dirigible Robado), y desde luego en otro estilo de animación bien distinto, lo que da una idea de la poderosa inventiva de este cineasta.

El guión, sin ser nada excepcional, se sostiene quizá gracias a la belleza formal de las imágenes. Viene a concluir con la moraleja de que, “El amor es más fuerte que cualquier hechizo” (reflexión del todo cierta hoy en día, pienso, si tomamos por “hechizos”, las neurosis, los pensa mientos delirantes, o errores de pensamiento o apreciación…).

Destacar nuevamente la extraordinaria partitura musical de la obra, de gran complejidad, originalidad, y apoyo expresivo. Es una gran obra del compositor coetáneo y amigo de Zeman, František Belfín, director y compositor checo de música clásica. Apenas hay silencios en la película, y la música está presente en todo momento. Como siempre en Zeman, se compuso a montaje terminado (sobre el antaño denominado, “copión de trabajo”).

Por último, mencionar que Paul Dukás se basó en el personaje de Goëthe para su poema sinfónico de 1897, “L’Apprenti Sorcier”, y que Disney hizo en 1940 la referida versión, “Fantasía”, que muchos hemos visto de niños, no así lamentablemente la de Zeman, gracias al Telón de Acero.

Con el ánimo de recuperar el tiempo perdido, con KRABAT damos por concluido el ciclo dedicado a este gran artista checo.

JUAN RAMÓN MENÉNDEZ JIMÉNEZ

Realizador, y Director de

LOS FILMS DE PRAGA

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