12 AM | 05 Mar

Europa y Ucrania: bailar o caer al ritmo de Trump

Por Eduardo Antonio Rodriguez Armando

En esta historia, no hay duda de quién empezó la guerra: fue Rusia, no Ucrania. Eso es un hecho. Pero lo que pase de aquí en adelante ya no depende únicamente de Putin o de Zelensky, sino de quienes han estado financiando la resistencia ucraniana. Es decir, de Europa, Estados Unidos y el resto de aliados.

 

Putin, por su parte, ya sacó algunas ganancias y, en este momento, está más que dispuesto a sentarse a negociar. Eso sí, con condiciones claras: Ucrania tiene que aceptar que hay territorios que no van a volver y, de paso, firmar un acuerdo que garantice que Rusia no se sentirá amenazada. No es justo, pero es lo que hay.

 

Trump, como siempre, entró a escena sin filtros ni diplomacia. En su estilo habitual, dejó claro que Estados Unidos no va a seguir pagando la fiesta indefinidamente, y que si Ucrania quiere seguir contando con el apoyo estadounidense, tiene que demostrar voluntad real de negociar. En privado, y en la última semana no tan privado, Trump prácticamente le dió una orden clara a Zelensky: o se sienta a negociar o Estados Unidos se retira.

 

Putin, viendo esto, se frota las manos. Desde Moscú insisten en que están listos para un acuerdo de paz, siempre y cuando Ucrania acepte las nuevas realidades territoriales. Putin no tiene prisa. Si Occidente se divide y el apoyo a Ucrania se desgasta, mejor para él. Su estrategia es clara: mostrar que la paz es posible, pero solo si Ucrania deja de resistir.

 

Zelensky, por supuesto, está en una posición imposible. Es el líder de un país invadido, destruido en buena parte, con miles de muertos y millones de desplazados. Es el símbolo de la resistencia y ha ganado respeto y admiración en todo el mundo. Pero ahora, sus propios aliados le están sugiriendo , algunos de forma más sutil que otros, que quizá es momento de replantearse cómo y hasta dónde seguir luchando.

 

Europa no puede escapar de esta presión. Aunque públicamente sigue reafirmando su apoyo a Ucrania y su compromiso con la seguridad europea, la realidad es que la mayoría de los gobiernos europeos no quieren prolongar indefinidamente un conflicto que afecta directamente sus economías y su estabilidad política. No es sostenible seguir aumentando los presupuestos de defensa, comprando gas a precios exorbitantes y gestionando las tensiones internas derivadas de la inflación y la crisis energética. Tarde o temprano, Europa también quiere una salida negociada, aunque no lo diga tan abiertamente como Trump.

 

En este escenario, Zelensky es la víctima de una agresión brutal, pero también el líder de un país cuya supervivencia depende, en gran parte, de las decisiones de sus aliados. Puede tener toda la voluntad y el coraje del mundo para seguir resistiendo, pero si el apoyo externo comienza a flaquear, no hay heroísmo que pueda sostener una guerra de esta magnitud indefinidamente.

 

Aquí es donde la cruda realidad se impone: aunque Ucrania merece justicia, reconstrucción y seguridad, puede que el costo de seguir peleando sea mayor que el de aceptar un acuerdo imperfecto. No es una elección justa, ni honorable, ni satisfactoria. Pero es la que se está poniendo sobre la mesa, y es la que Zelensky tendrá que considerar muy seriamente.

 

Europa, Ucrania y Estados Unidos están llegando a un punto en el que deben decidir si siguen apostando por una victoria total, cada vez más improbable, o si buscan una paz negociada que, aunque dolorosa e injusta, permita al menos salvar vidas y preservar la existencia de Ucrania como Estado independiente.

 

En el fondo, todo esto se reduce a una dinámica incómoda pero inevitable: Ucrania y Europa tienen que adaptarse al rumbo que decida Estados Unidos, y hoy, ese rumbo lo marca Donald Trump. Si Trump dice que es momento de negociar, Europa y Ucrania pueden gritar, patalear o protestar, pero al final tendrán que ajustar el paso. Así funciona el equilibrio de poder, y así se define el destino de las naciones más pequeñas en conflictos donde los gigantes deciden cuándo empieza y cuándo termina la música.

 

Zelensky y Ucrania no merecen este final, pero puede que no tengan otra opción. Y la paz, por amarga que sea, puede terminar siendo el único camino viable, si los aliados deciden que ya han hecho suficiente.

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3 comentarios

  • Colectivo Rousseau

    Excelente análisis, a Europa le queda la carta de jugar con China pero es un arma de doble filo porque China es el único ganador en una relación comercial.

    ↶Reply6 marzo, 202505:38
  • Colectivo Rousseau

    Te felicito Eduardo.
    Tu análisis, es una interpretación, de dialéctica hegeliana; es decir, ves la tesis (las necesidades de Ucrania y deseos de Europa) vs la antítesis (los proyectos de Putin). Tú diste la síntesis.

    ↶Reply6 marzo, 202521:35
    • Colectivo Rousseau

      Gracias Luis. Espero seguir contribuyendo al debate en este valioso espacio.

      ↶Reply7 marzo, 202519:45