02 PM | 04 Feb

El sheriff de Potts County se pierde en África

Coup de torchon. Bernard Tavernier, 1981

 

Alfonso Peláez

 

                               Coup de torchon: Limpieza rápida, enérgica y sin mucho detalle con un trapo.

                                                               En sentido figurado, gresca, altercado serio, etc.

 

 

En esta película las singularidades empiezan desde el título. Tavernier desechó el de la novela que adaptaba. En España, por ejemplo, no se atrevieron a darle uno en castellano para comercializarla. Lo cierto es que Coup de torchon es una adaptación francesa de la celebérrima novela negra, 1280 almas, de Jim Thompson. Hablemos un poco de ella.

1280 almas supuso la consagración inesperada de un autor casi maldito. Thompson venía arrastrando una vida cargada de inestabilidades que pasaban por el alcohol, las disputas conyugales, los guiones de cine exitosos junto a directores como Kubrick (Atraco perfecto, Senderos de Gloria), los cambios de residencia frecuentes y las novelas y relatos de una calidad suprema que jamás alcanzaban el éxito. Entonces, llegó Marcel Duhamel, creador e impulsor de la prestigiosa Serie Noir de Gallimard, asignó el simbólico número 1000 de la colección a 1280 almas y, de golpe, convirtió a Thompson en un escritor de culto… En Francia.

La novela del americano cuenta los manejos sangrientos de Nick Corey, un sheriff glotón, indolente, inútil y cobarde. Este teme no ser capaz de conservar el puesto frente a su adversario en las futuras elecciones de Potts County. El fulano, además, tiene una cierta tendencia al misticismo. Es verdad que a un misticismo estúpido y mal compuesto. Ejerce —mal, muy mal— sus funciones en ese pueblo americano sureño, casi tropical (llueve, hace calor, hay mucha gente de color, cultivos de algodón, etc), dominado por el atraso y el racismo. Goza de una autonomía prácticamente absoluta, que emplea en dejar correr los asuntos. Su único temor es no salir reelegido. Remarco especialmente este punto: ser o no ser reelegido en las próximas elecciones.

Tavernier ha hablado bastante de la película. En Youtube podemos encontrar varias entrevistas monográficas. En todas ellas coincide en señalar la importancia capital del carácter electivo del puesto, dentro de la novela de Thompson. Y también cita tal asunto como la mayor dificultad que hubo de sortear para imprimir en la película un sello inequívocamente francés. Porque no hay que olvidar que Tavernier es un director con un anclaje indiscutible en la realidad, en la tradición y en la historia de su país. Desde un punto de vista crítico o sarcástico, nunca complaciente, pero declaradamente francés.

Después de múltiples vueltas, revueltas y negativas de guionistas, la lectura de la novela de Céline Viaje al fondo de la noche, parece que dio al director la clave para la solución del problema: trasladar la acción a una colonia africana. Esa ambientación colonial aportaría distancia física (aislamiento geográfico), a la vez que falta de supervisión sobre el desempeño del jefe de policía local, tan alejado, él, de la metrópoli. Dentro del territorio nacional, por su carácter de funcionario, sería inimaginable que pudiera tener tal grado de independencia.

La solución a priori no parece mala. Y  todo el guion está lleno de aportes inteligentes y simplificadores, dignos de alguien que conoce muy bien el oficio de cineasta desde todos los ángulos. Pero, en mi opinión, ni los ringorrangos accesorios, como la transformación de personajes (antigua novia, por maestra recién llegada; o ferretero/juez de primera instancia, por fraile misionero) ni el traslado geográfico llegan a solventar la esencia del problema: un sheriff norteamericano es un personaje electo, mientras que un jefe de policía francés es un funcionario con el cargo asegurado de por vida. De ese modo, así como en la novela la motivación de Nick está absolutamente clara, no lo está tanto para los desmanes de Cordier en el film. Esa falta de una motivación decidida desdibuja el verdadero perfil del protagonista: su infinita capacidad para la manipulación y para salir siempre a flote.

La película, por esa causa, deja fuera uno de los vectores más potentes en el relato de Thompson: cómo el sheriff inútil, sin embargo, anula al rival decente y trabajador, en su lucha por el puesto. Corey recurre a una jugada maestra de táctica, fundamentada en patrañas, y a un manejo extraordinariamente inteligente y eficaz de la desinformación y la calumnia. Lamentablemente, eso no está en Coup de torchon. No cabía en el planteamiento de Tavernier.

Sí está, en cambio, el racismo. De otra manera. Y el cinismo. Y la zafiedad. Y otros muchos aspectos de la magnífica novela del americano en la película del francés. Ahora bien, si Tavernier declara que la atmósfera de la literatura de Jim Thompson no suele estar bien reflejada en las adaptaciones al cine llevadas a cabo en EEUU, la conclusión, aquí, debe ser que tampoco al llevarlas por él a un ámbito colonial.      Por lo demás, el equipo de realización de la película rebosa oficio y talento. Y si logramos olvidarnos de Potts County, nos encontraremos un excelente film en el que África representa el ecosistema perfecto para una fauna de aventureros/as, muchas veces desquiciados y, presuntamente, en fuga de pasados inquietantes.

Además, los guionistas tuvieron el buen criterio de conservar algunos de los mejores diálogos de la novela, respetando al máximo la literalidad, aunque refiriéndolos a circunstancias históricas francesas. Así, Lucien Cordier alaba el valor de un militar francés, que al mando de una tropa, contribuyó a repeler una revuelta de nativos armados con piedras y lanzas, a pesar de que los soldados solo contaban con fusiles de repetición y ametralladoras. En la novela, el militar era un detective de una agencia, que sospechosamente suena a Pinkerton, y los nativos eran ferroviarios en huelga. El armamento es parecido en ambos casos en cuanto a su desequilibrio. Piedras los malos, ametralladoras los buenos.

Técnicamente Coup de torchon se ampara en la solvencia de un Trauner para la ambientación, que ya había maravillado en Hotel del Norte, Los niños del paraíso o El apartamento, entre otras producciones. La ambición cinematográfica de Tavernier le empujó a arriesgarse con una novedad técnica de la época: la steadycam. El doble objetivo fue, por un lado, dar una sensación de personajes poco asentados en tierra; y además, prescindir del travelling clásico para otorgar mayor libertad a los actores. Atentos a la carrera final de Rose, con subida de escalera incluida, en un larguísimo plano que debió de costar un esfuerzo de titanes a toda la unidad de cámara, para seguir a la actriz.

Conclusión: ¿Adaptó Tavernier óptimamente a Jim Thompson? En mi opinión, no. ¿Decepciona el resultado? Tampoco. Si la novela de la que parte no fuera mítica, veríamos el film sin condicionantes y disfrutaríamos sin cortapisas, una vez más, del arte de Tavernier.

De modo que olvídense de que el sheriff de Potts County se perdió en África y limítense a ver una interesante película francesa de unos de nuestros directores favoritos.

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1 comentario

  • Colectivo Rousseau

    Hace unos días presentamos la novela de Juan Torres “TODO EN ORDEN”, que tiene inspiración en 1280 almas de Jim Thompson. Viendo la peli de Tavernier se comprende que si éste pudo llevar la historia a Senegal, no es nada extraño que Juan la lleve a un pueblo de trece mil habitantes.
    Me puse a pensar y pensé .Pensé y luego pensé otro poco. Por fin llegué a una conclusión que en cuanto a saber qué hacer, no sé más que si fuera otro piojoso ser humano.
    … y luego hice un pis. FELIX

    ↶Reply5 febrero, 202201:24