03 PM | 20 Jun

El fútbol como síntoma

Alfonso Peláez

Si el fútbol puede representar un elemento simbólico para entender, en parte, la sociedad que lo produce, esta selección de la Eurocopa 2020 es un espejo perfecto de lo que le ocurre a nuestros jóvenes, actualmente.

Dos partidos, dos puntos, un gol tras dos empates, hasta ahora es el decepcionante botín de una selección encuadrada en un grupo clasificatorio de categoría futbolística inferior (dicho sea con todo el respeto para el resto de rivales)

Aprovecho esta plataforma, tan ajena al fútbol, para confesar que el seguimiento a la selección es el único nacionalismo que suelo permitirme. Y por eso me está doliendo tanto el paupérrimo rendimiento de nuestros muchachos.

Su juego carece de la conexión imprescindible en un deporte en el que el equipo lo es todo. En el fútbol, como en la vida, por encima de individualidades extraordinarias, en los grandes partidos, siempre brilla el entendimiento cabal de todos y cada uno con el resto, en orden a lograr la coordinación de movimientos eficaces para alcanzar el gol, razón última y definitiva del esfuerzo.

Frente a esto, nuestro equipo (¿quién compone nuestro equipo? No hay manera de memorizarlo porque no se repiten dos alineaciones seguidas) muestra una pandilla desmadejada de precarios, que en su mayoría han tenido que buscarse las habichuelas en el extranjero: en ligas foráneas donde les traten mejor que aquí. Y ese, y no otro, es el panorama. Igual que para el resto de jóvenes que no son futbolistas, sino ingenieros, enfermeras, médicos, informáticos, etc…

El responsable de todo esto es un señor, con cara de coach, que ha apostado por eso tan moderno que consiste en la discontinuidad, es decir, en la precariedad en el puesto, como forma suprema de estímulo para que cada individualidad logre su mejor versión. En la dejación absoluta del concepto equipo.

¡Qué gracia! Porque lo que lo que vamos teniendo, de momento, es un grupo de chavales competentes y con ganas, que por falta de conocimiento mutuo —el que da la continuidad en el desempeño de tareas comunes, junto a otros que son tus compañeros— y sobra de incertidumbre, solo alcanzan a perpetrar filigranas inútiles en zonas inocuas del campo, sin el más mínimo sentido de la estrategia, el avance y la creación de jugadas de gol.

Todo, como los tiempos que nos toca vivir: precariedad, incertidumbre e ineficacia, cara a lo verdaderamente importante. Y así nos luce el pelo.

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