01 PM | 27 Dic

Hawks rueda sobre la primera guerra mundial pensando en la segunda

El sargento York. (Sergeant York, 1941).
Hawks rueda sobre la Primera Guerra Mundial pensando en la Segunda.
La película de hoy es una de las más polémicas en la carrera del director y seguramente la más maltratada por la crítica. ¿Es una mala película? No. Es de ver qué deprisa se pasan las dos horas largas que dura. ¿Cuál es entonces el problema? Que es una película terriblemente ideológica. Planteada con muchísima inteligencia. Pero ideológica.
Toda la filmografía de Hawks lo es. No hay que llamarse a engaño. Él, personalmente, fue un hombre conservador e individualista, a veces seco y autoritario, que creía en una solidaridad intensa pero de corto alcance. Se es solidario con los inmediatos, los de mi grupo. Y a su vez el grupo es requisito para la supervivencia individual. Pero la cosa no va más allá. Es precisamente aquí, en Sargento York, cuando recurre a instancias superiores para la solidaridad. A la gran nación americana. Y le sale una película casi panfletaria. Aunque cinematográficamente muy atractiva. Hay que insistir en ello.


Hace casi dos años, cuando el Colectivo Rousseau promovió el ciclo sobre el cine de la Gran Guerra, en la misma sala de la Casa de Cultura, Sargento York quedó fuera del pool de las 6 películas elegidas. La razón es simple: aunque está ambientada en aquella guerra y es, sin duda, una de las cinco o seis que siempre surgen espontáneamente en cualquier conversación sobre el tema, en mi opinión está muy alejada de los parámetros de ese subgénero. Y lo está porque se realizó, no pensando en la Primera Guerra Mundial, sino con la mente del director en la siguiente que ya se disputaba en Europa. En el nuevo conflicto planetario que Estados Unidos de momento trataba de eludir. Claro, hasta que llegó Pearl Harbour dos o tres meses después del estreno de la película y todo cambió.
Hasta el ataque japonés en Hawuai el gobierno americano no había querido involucrarse para hacer frente a la enorme amenaza hitleriana. Ahora bien, el poder del lobby judía en Hollywood era muy fuerte en la época. Y allí, en Hollywood, los Wilder, los Warner, los Lubitsch, sabían de sobra lo que estaba pasando en Europa, y más concretamente en Alemania. Es decir, Sargento York, desde esta óptica, se puede interpretar como un intento de la industria cinematográfica por crear un estado de opinión que presionara al Presidente Roosevelt para entrar en la Segunda Guerra Mundial. Por eso es polémica esta película.
Ignoremos ahora la polémica. El hecho es que Jesse Laski y Hal B. Wallis, los dos productores estrella de la Warner, tiraron de Hawks, como director, y de un equipo de guionistas entre los que se encontraba Jonh Huston, para que llevaran a la gran pantalla las aventuras vitales y guerreras de Alvin York, un joven borrachín y pendenciero, que de currante y pacifista pasó a ser el soldado americano más condecorado gracias a su hazaña en el bosque francés de Argonne durante el último mes de la guerra del 14.
Además, la música estuvo a cargo de Max Steiner. Y la fotografía la realizó Sol Polito, uno de los más acreditados fotógrafos de la época que había rodado para M. Curtiz o Franz Kapra, entre otros. Aunque hay que reseñar lo que no se suele encontrar el las historias de cine: que para las escenas de combate, Hawks recurrió a los servicios de Arthur Edeson, el realizador, diez años antes, de Sin novedad en el frente, dirigida por Lewis Milestone. Película por la que había sido nominado al Oscar a Mejor fotografía.
Y atentos al detalle vacilón, si me permiten expresarlo de este modo. Las personas que hayan visto la comedia Bola de Fuego, también de Howard Hawks, tal vez recuerden a uno de los profesores, hacia el final, limpiar con su pulgar derecho ensalivado el punto de mira de un arma, mientras aseguraba haber visto ese gesto en el cine. Pues adivinen en qué película lo había visto. Y es que Hawks era capaz de rodar dos magníficas películas en el mismo año y además citarse a sí mismo. Cosas del genio.
Por último hay que decir que, propagandística o no, el terreno debía estar bien abonado para esa siembra porque la película fue la más taquillera del año 1941. Recaudó 8 MM de dólares, el doble que la segunda, Murieron con las botas puestas de Raoul Walsh. Curiosamente, otra de espíritu belicoso.

AP
27/12/19

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