BASILIO MARTIN PATINO
Basilio Martín Patino y el cine en Salamanca
El director que en mayor número de sus películas ha filmado imágenes de Salamanca ha sido Basilio Martín Patino (Lumbrales, 1930). Ha sido el mejor escenógrafo para la ciudad. En Nueve cartas a Berta, el espacio representado de Salamanca ciudad alcanza nada menos que 56 minutos de los 95 de metraje del film, a lo que hay que añadir las secuencias de la Sierra de Francia y Morille, otros 15 minutos. El film refleja una ciudad estratificada, inmovilista, con el peso de la religiosidad tradicional, un ámbito que desmonta las ansias de cambio del joven universitario, que se reintegrará resignado a la «normalidad» de su entorno. Ese cierre del film, cuando ya las circunstancias eran otras y también se sentía aún más libre para ejercer una reescritura, el cineasta lo modificó en 2007 con su ensayo fílmico Palimpsesto salmantino. Con asiento en un guion de consistencia literaria, el relato fílmico no sigue un desarrollo rectilíneo o plano. El realizador marcó un estilo adecuado para arrastrar el relato mediante una narración fragmentada. Convertida en película emblemática de referencia del denominado Nuevo Cine Español, Nueve cartas a Berta trasladó a imágenes una Salamanca real, cotidiana, reconocible. También figuran imágenes tan atractivas como representativas en la marcha vital del protagonista que se localizaron en la provincia (Valero, San Esteban de la Sierra y Morille). Si el paisaje es identificable, también lo es el paisanaje. Entre los miembros del equipo cinematográfico figuró otro salmantino, José Luis García Sánchez, que comenzó como ayudante de dirección un largo recorrido junto a su pariente Martín Patino. En el rodaje se emplearon cinco semanas – de 12 de abril a 22 de mayo de 1965– y el coste fue de poco más de 3’5 millones de pesetas, con una duración de 95 minutos. Aunque recibió la máxima protección oficial, frases, planos y hasta títulos de capítulos fueron modificados o eludidos con ingenio. Entre la juventud representó una especie de revulsivo. Se estrenó en Madrid el 17 de febrero de 1967[1].
La Berta presente–ausente de la primera película de Basilio M. Patino fue Ella, en Los paraísos perdidos (1985). Rodada fundamentalmente en la localidad zamorana de Toro, está protagonizada por Charo López, que incorpora a la hija del profesor exilado que vuelve desde Alemania. Desde Toro, Ella – Berta viajó a Salamanca para encontrarse con el que se supone que fue Lorenzo – Emilio G. Caba, aquí interpretado por el escritor Juan Cueto. El fotógrafo Pepe Núñez y el escritor Gonzalo Torrente Ballester están entre los ocupantes de la terraza. Y aparece en imagen el propio director de la película, sentado ante uno de los veladores. Los paraísos perdidos supuso la primera vez que Charo López intervino en un rodaje en la ciudad en la que nació, al igual que es la primera película de B. Martín Patino y de la actriz juntos. La filmación en Salamanca correspondió a los días 18 y 19 de febrero de 1985, y esos fueron los días finales de rodaje.
El origen remoto de Octavia hay que buscarlo en el guion Borrachos como dioses. En Octavia, Salamanca alcanzó a quedar plasmada con una belleza y una fuerza que solo tienen rival en Nueve cartas a Berta. Rodrigo se topa con su pasado familiar y salmantino, del que escapó. Octavia, rebelde, marginal, drogadicta, busca otros territorios. Se encargó de la fotografía José Luis López Linares. La película se rodó entre el 26 de septiembre y el 24 de noviembre de 2001. Y se desarrolló en la propia casa del director en la calle del Arcediano, presente en la película de forma permanente. La cocina pertenece a la casa salmantina del director, al igual que el jardín en el que se baña la joven. El director, como ya hizo en su primera película, regresó al patio del Casino con su ambiente adormecido. El estreno del film tuvo lugar el 1 de octubre, en el Teatro Bretón.
En el Paraninfo universitario se proyectó Palimpsesto salmantino (2007). Martín Patino aportó lo que denominó «una especie de encargo» mediante la manipulación de tres de sus películas anteriores con referencias salmantinas. En el caso de Nueve cartas a Berta, el protagonista Lorenzo levanta el vuelo y se marcha de la ciudad, lejos del ambiente que lo ahogaba en el film de 1965. En el Palimpsesto Salmantino, el cineasta configuró en tres partes una nueva reflexión sobre Salamanca. Primero, la pieza Amanecer en Salamanca. El segundo capítulo, Los paraísos intuidos, se centra en Nueve cartas a Berta. La tercera reescritura, Borrachos como dioses, se centra en Octavia (2002).
Entre las aportaciones de los cineastas salmantinos, la obra de BMP es la que alcanzó mayor proyección. El cineasta es autor de una obra más bien corta, pero rica y muy personal. Quizá se trata, según Ignacio Francia, de una obra muy subjetiva. Nació en Lumbrales el 29 de octubre de 1930, hijo de un matrimonio de maestros, que partieron en 1940 para ejercer su profesión en Salamanca. Las lecturas, las relaciones, los viajes al extranjero y sus estudios en la facultad de Filosofía y Letras le aportaron una mente más abierta y crítica. Organizó las I Conversaciones Cinematográficas Nacionales, en mayo de 1955. Se fue a Madrid en junio de 1955. En 1985, con Los paraísos perdidos, la ficción se rodó en Toro, Zamora, Ávila y Salamanca. En 1991, filmó otro film que contó con escenarios salmantinos: La seducción del caos (1991).
José Luis García Sánchez también está ligado familiarmente a la localidad de Morille. García Sánchez echó a andar en el cine de la mano de su pariente Basilio M. Patino, y ya en Nueve cartas a Berta entró como segundo ayudante de dirección. En febrero de 2000, García Sánchez se hizo cargo del rodaje ya en marcha de Lázaro de Tormes (2001).
Charo López nació con el nombre de María del Rosario López Piñuela (Salamanca, 1943). En Los paraísos perdidos (1985) de Basilio M. Patino, además de interpretar para el cine por primera y única vez en su ciudad natal, cubrió uno de los personajes más memorables de su carrera.