Filosofía

01 AM | 30 Oct

ANTONIO GARCÍA-SANTESMASES-EL CUADERNO

En opinión de Antonio García-Santesmases (Madrid, 1954), el socialismo no puede consistir en «un mero amortiguador humanitario» del capitalismo, el marxismo sigue siendo la más eficaz herramienta para analizar el mundo y comprenderlo y no es lo mismo que España se constituya en monarquía o en república. Como de Jeremy Corbyn, de Bernie Sanders o de Jean-Luc Mélenchon, de él se alaba que lleva defendiendo estas ideas toda su vida. Lo que afirma y ansía en 2017 el catedrático sexagenario de filosofía política en la UNED es esencialmente lo mismo que inflamaba el corazón del estudiante de filosofía y letras que, en plena efervescencia sesentayochista, leía con avidez a Norberto Bobbio, a Ralph Milliband y a Ernest Mandel y escribió su tesis sobre marxismo y Estado: una verdadera tercera vía que no firme componendas con el thatcherismo, sino que siga aspirando a acabar con el sistema capitalista, pero que también se cuide de no degenerar en una tiranía burocrática al modo soviético. Preocupado también por reivindicar y recuperar un relato republicano y federalista de la historia de España que ve ausente del necesario combate frente al liberal-conservador y el nacionalista vascocatalán, Santesmases defiende todo esto, desde 1976, en el seno de un partido en el que la nota para tales propuestas ha sido mucho más la pena que la gloria: el PSOE, de cuya corriente interna Izquierda Socialista forma parte desde su fundación y fue portavoz entre 1987 y 2000. En el panteón personal de este afable militante de la Agrupación Socialista de Chamberí, que también fue diputado nacional entre 1996 y 2000, no hay hueco para Felipe González ni para José Luis Corcuera y sí para Rodolfo Llopis y Nicolás Redondo y el lugar de honor corresponde a Luis Gómez Llorente, de quien dice que es la persona a la que más ha admirado en su vida.

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07 PM | 14 Nov

Eterno Retorno (a través de un cuento)

Patricia Lambas Domingo

 

Pero el movimiento de la literatura es ese deslizamiento de una escena a la misma escena que se repite con una forma apenas modificada, apenas deformada, apenas alterada…

Por qué me gusta Barthes, Alain Robbe-Grillet

Laura está buscando un libro de Ricardo Piglia en el trastero. No recuerda dónde lo puso, como no recuerda ya tantas otras cosas. Hace unos días cumplió ochenta años. 80: redondito como las velas rojas que pusieron sus nietos en esa empalagosa tarta que tan mal le sentó. Ahora pasa sus dedos por las estanterías, pero caray, qué desorden, qué suciedad. Todo empezó ayer. Cogió un libro de Ida Vitale, De plantas y animales, y ahí estaba, el acontecimiento. O así imagina Laura que lo ha estado escuchando y leyendo a lo largo de su vida, en forma de gran acontecer, como si no fuera algo normal, y sí algo que había que tener en cuenta, algo memorable, algo que hay que contar una y otra vez para no olvidarlo. Y quizá Laura lo olvida una y otra vez, pero siempre vuelve a aparecer. Ida Vitale, con su voz, se hace eco en una página del gran suceso: Cuando en la adolescencia leí a Nietzsche y supe algo de su vida, me conmovió su locura final, cuando compadecido ante un caballo de tiro maltratado por quien lo guiaba, le abrazó la cabeza y lloró con él como con un hermano. Sí, a partir de esa escena, un antes y un después: Nietzsche cuerdo, Nietzsche loco.

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