12 PM | 03 Feb

REY LEAR

Escrita en 1605-1606 y representada en 1606, esta tragedia en cinco actos en verso y prosa de William Shakespeare fue publicada en 1608 (primero en cuarto con el título La verdadera crónica de la vida y muerte del rey Lear y de sus tres hijas), en 1619 (segundo en cuarto), en 1623 (en folio) y en 1655 (tercero en cuarto).

La historia de Lear y de sus hijas, uno de los temas que más han preocupado a los estudiosos de las tradiciones populares, se encuentra en Geoffrey of Monmouth (Historia Regum Britanniae, obra compuesta hacia 1140), en Holinshed (Chronicle), y en una aportación de John Higgins (1574) al Espejo de los magistrados (obra en la que, siguiendo el modelo de las Caídas de los príncipes, de John Lydgate, que a su vez imitaba las Desventuras de Boccaccio, hombres ilustres, generalmente pertenecientes a Inglaterra, narran su caída). También se halla en la Reina de las hadas, de Edmund Spenser (lib. II, canto 10, st. 27-32). Shakespeare utilizó un drama precedente, Lear. La leyenda del rey Lear tiene motivos comunes con la de la Cenicienta: la figura de Cordelia, hija del rey Lear, es una de tantas encarnaciones del tipo de muchacha virtuosa perseguida.

En la tragedia se desarrollan paralelamente dos acciones bastante parecidas en líneas generales (por algunos ha sido observada una analogía con la historia de Yayetis y Dirghatamas en el Mahebherata). La primera y principal consiste en la historia de Lear y de sus tres hijas; la segunda tiene por objeto los sucesos de Gloucester y de sus dos hijos.

 

Lear, rey de Bretaña, viejo autoritario y mal aconsejado, tiene tres hijas: Goneril, mujer del duque de Albania; Regan, mujer del duque de Cornuailles, y Cordelia, a cuya mano aspiran el rey de Francia y el duque de Borgoña. Con la intención de dividir su reino entre las tres hijas según el afecto que ellas sientan por él, Lear pregunta a cada una cómo le quiere. Goneril y Regan hacen protestas de sincero afecto y cada una recibe un tercio del reino; Cordelia, modesta y digna, dice que le ama como manda el deber. Airado por dicha respuesta, el rey divide su parte del reino entre las otras hermanas, con la condición de que él, con cien caballeros, sea mantenido por una de ellas turnándose.

Retirado el duque de Borgoña, el rey de Francia acepta a Cordelia sin dote. El conde de Kent, que se pone del lado de Cordelia, es desterrado, pero sigue al rey bajo vestiduras falsas. Goneril y Regan, apenas poseen el poder, desenmascaran su ánimo malvado, faltan al pacto estipulado por el padre negándole la escolta de caballeros, y cuando él, indignado, rechaza su odiosa hospitalidad, le dejan que vague por el campo durante la tempestad. El conde de Gloucester siente piedad del viejo rey y, por una delación de su hijo ilegítimo Edmund, se hace sospechoso de complicidad con los franceses que desembarcan en Inglaterra a instancias de Cordelia, y es hecho cegar por el duque de Cornuailles.

Antes de procurar la ruina de su padre, Edmund había calumniado ante él a su hermano, el legítimo Edgard, obligándolo a huir de la ira paterna. Disfrazándose de mendigo loco, Edgard se ve reducido a vivir en una cabaña en el campo, y precisamente en dicha cabaña buscan refugio, durante la tempestad, Lear junto con el bufón de su corte y el fiel Kent. Lear, reducido al nivel de un mísero vagabundo, siente por primera vez en su corazón la angustia del sufrimiento humano; la prueba es demasiado ruda y pierde la razón. Kent lo lleva a Dover, y allí Cordelia lo recibe afectuosamente.

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