12 PM | 19 Jun

Entre pelizcos de brujas

Entre pellizcos de brujas

(Comentario al poema de Claudio Rodríguez  “Brujas a mediodía” de su libro Alianza y Condena)

Algo fluye entre las palabras de este poema que teje una red en la que se acaba atrapado, que nos hace partícipes desde su base alegórica (cuentos de brujas y crónicas folklóricas) de una pulsión de contrarios que evitan deshacer del todo el misterio y se mueven en el límite de lo inefable. Las cosas cercanas viven su eterna superstición, su subterfugio, su hilarante retahíla de remedios que acaban ocultando la verdad más profunda. La realidad se tensa con el sol en su cenit y el poeta denuncia. Desde el crisol de su intuición recorre un camino más estimulante, buscando el ser y el conocimiento y el verdadero  hechizo que separa el amor y la hipocresía.

Encuentro en este poema una mística pagana que rompe los disfraces, una alianza con la verdad aunque suponga un desgarro tan siquiera el vislumbrarla. La verdad y la dicha que van unidas. Y en el centro del día acucian las preguntas, pero también el afán de discernir entre lo que nos dicen que es y lo que verdaderamente es.

¿Creíamos que las brujas salían de noche, que hacían sus aquelarres a la luz de la luna, en cuevas ocultas, alrededor de lumbres de sexo y locura? Pues resulta que no; el verdadero aquelarre se hace de día, con el sol en lo alto sin que apenas el cuerpo tenga sombra y con la vida sin reflejos, pura y dura vida. Y el ser despistado, embrujado a plena luz descubriendo la auténtica hechicería. Porque hay otra que nos somete, que cambia las cosas de sitio y nos crea confusión, nos hurta de las palabras su sentido, las deja huecas y a nosotros también, y aquí la condena.

Conocimiento y denuncia que desbrozan del camino el lado oscuro de la vida en busca de la luz, buscando también la magia blanca y mística del conocimiento. Es la burla del “Santo Oficio” y el desprecio de la maldad y de la ignorancia. Este es el camino de la heterodoxia, el andar al margen para sentirse libre, para palpar esa sutura donde la razón apoyada en los sentidos acepta, como dice el poeta, tanta mentira y tanto amor.

Antonio Herranz

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