01 AM | 15 Dic

cine.critica pelicula el camino a casa

  

    A CONTINUACIÓN UNA CRITICA DE LA PELICULA QUE VAMOS A VER EL PROXIMO VIERNES.  El camino a casa es una película que podemos definir, sin ánimo de desacreditarla, como sencilla y cercana al espectador. Lo que sustenta un film, su esqueleto, no es más que la historia que nos cuenta; y en este caso, Yimou nos sumerge en una historia muy simple que se construye alrededor de un personaje que nos invita a vivir, sin pudor, el maravilloso relato de amor de sus padres.

Un hombre de negocios regresa al pueblo que le vio nacer para asistir a los funerales de su padre, un profesor rural que llegó a aquellas tierras poco después de acabar la carrera y en las que encontró al amor de su vida. Su madre, apenada y desconsolada por la muerte de su marido, desea enterrarlo siguiendo un viejo rito en el que el cadáver debe ser conducido a hombros de antiguos alumnos del maestro, y no en una carreta. Esta circunstancia hace que se interese por la historia de amor de sus progenitores y, de paso, nos introduce en una historia de amor repleta de ternura.

Quizás para reflejar el cambio que ha sufrido la sociedad china (y, en realidad, el mundo entero) durante el último siglo, en el que pesa mucho más la economía que la cultura (sobre todo cuando ésta es ancestral), Zhang Yimou filma El camino a casa con escenas en blanco y negro y en color. No es que se trate, en absoluto, de un film político. Más bien al contrario ya que Yimou pasa de puntillas por la etapa de la revolución cultural en la que discurre el meollo de la historia. Para él, lo más importante es la historia de amor entre el maestro y la campesina, aunque en la escena inicial de la película deja entrever el peso del capitalismo en la China actual con los posters de Titanic o Ronaldo que podemos ver a la llegada del hijo al pueblo. Yimou es un cineasta que posa su mirada en la esencia humana de sus personajes, centrando los temas de sus películas en la gente corriente. Todo lo que les rodea, me refiero principalmente al ámbito de lo social, es castrante para el individuo, un ente enorme que empequeñece al individuo. Si bien se trata de un aspecto importante para acabar de retratar el perfil psicológico de los personajes, Yimou prefiere otorgar el peso de El camino a casa a la pareja de enamorados. El mundo gira en torno a ellos.

Concretando un poquito más el tema del uso del color en esta película, cabe resaltar que el preámbulo y el epílogo del film, que transcurren en nuestra época, están rodados en blanco y negro, de un modo casi emparentado con el documental; mientras que la historia de amor está filmada en color, ofreciéndonos unas imágenes arrebatadoramente bellas. El estilo, el ritmo con el que el director nos cuenta esta deliciosa historia de amor, es pausado, como si Yimou quisiera que nos deleitáramos con las imágenes de la película, paladeándolas con fruición, sorbo a sorbo.

Años antes de realizar El camino a casa Zhang Yimou cambió la orientación de su cine. Su temática pasó de los recuerdos del pasado a la realidad contemporánea. Por otro lado, desde la perspectiva estilística, el giro supuso dejar las grandes producciones para pasar a un engranaje de trabajo y exposición más propio del documental. Evidentemente, un factor esencial en este cambio fue de orden monetario. A principios de la década de los noventa, el gobierno chino restringió drásticamente sus ayudas a las producciones cinematográficas, sobre todo a aquellos cineastas que podríamos denominar como “incómodos para el régimen”. De hecho, al poder contar con presupuestos más holgados en sus dos últimas cintas, Yimou nuevamente ha dado un vuelco a su carrera con dos títulos como Hero (Ying Xiong, 2002. Zhang Yimou) o la todavía no estrenada La casa de los cuchillos voladores (Shi mian mai fu, 2004. Zhang Yimou).

Otro factor, éste de índole personal, fue la ruptura de la relación sentimental que mantenía con Gong Li , protagonista de casi toda la producción del cineasta chino, que le obligó a replantear sus historias. Qiu Ju. Una mujer china (Qiu Ju da guan si, 1992. Zhang Yimou) ya supuso unos ciertos aires de cambio, a pesar de contar con la presencia de Gong Li. Pero fue Ke ep cool (You hua hao hao shuo, 1997. Zhang Yimou), el primer film de Yimou sin su musa, el verdadero cambio de rumbo de su cine. A pesar de todo, es una constante en cine de Yimou que suela girar alrededor de la mujer. Las protagonistas femeninas de sus películas acostumbran a ser luchadoras ante las trampas de la vida y buscan con tenacidad el amor de manera romántica y pasional. El camino a casa no es una excepción a este axioma.

En esta pequeña gran historia de amor que es El camino a casa, cobran especial relevancia las pequeñas cosas, pequeños aspectos como la pinza roja que regala el maestro a su amada, como la tela roja que teje la campesina para colocar en la viga de la escuela o la chaqueta, también roja, que viste la protagonista. Yimou también planta la cámara, como Ang Lee (director con muchas concomitancias con el aquí estudiado) en Comer, beber, amar (Eat drink man woman, 1994. Ang Lee) en los platos que cocina Zhao Di para su amado y en otras tareas domésticas del día a día.

El camino a casa es cine clásico en su planteamiento, desarrollo y desenlace. Los efectos especiales de sus dos últimas películas no tienen aquí cabida. El ritmo es lento, contemplativo, un largo paseo por el amor y la muerte.

Los actores no desentonan en ningún momento, a pesar de que la mayoría de ellos no son profesionales. Los aspectos técnicos tampoco lastran la alta potencialidad del film, más bien le confieren buena parte de su fuerza. La fotografía de Hou Young es bellísima, el montaje de Zhai Ru es sutil y ágil, la música de San Bao nos traslada a la historia de amor con suma facilidad.

En resumidas cuentas, El camino a casa es una obra magnífica. Una auténtica delicia de amor, mucho más romántica, apasionada y, sobre todo, más creíble que los típicos productos made in Hollywood que malogradamente tan acostumbrados estamos a soportar.

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