05 PM | 16 Mar

RODAR EL VIENTO

 

 

 

Cuando Ana desaparece en “La Aventura” de Antonioni, algunas preguntas nos podíamos hacer al terminar el film: ¿Ha huido a bordo de otro barco? ¿Se ha suicidado?, realmente daba lo mismo, pues lo que se nos proponía, y eso era lo que le daba a esta película su interés, era la modificación de los sentimientos entre Claudio y Sandra cuando Ana está ausente.

Naomi Kawase rueda en las calles de Nara, capital del Japón Medieval, una película sobre sugerencias, sobre lo invisible, sobre lo que no se ve, pero que afecta de forma contundente a una familia, y lo hace comenzando con un travelling majestuoso por las calles estrellas, engalanadas para el festival Basora, persiguiendo a dos hermanos gemelos hasta la desaparición de Shun. La familia Anso queda paralizada y destrozada, hasta que Taku, el padre, dibuja con la tinta que el mismo elabora, un breve Kanji: “El Tránsito entre la Luz y la Oscuridad”, y es en la fiesta, con unas imágenes brillantes, cuando Yu avanza lentamente, empapada por el agua de la lluvia, poniendo la mirada sobre Kei, cuando el aguacero devuelve la vida a toda la familia. El nacimiento de un nuevo hermano al que asisten todos sus miembros provoca unos suspiros conmovedores que traspasan la pantalla, y nos elevan por encima de la ciudad.
Bahman Ghobadi, en “El tiempo de los caballos ebrios” fue capaz de rodar el frío, en esta ocasión Kawasi ha rodado el viento.

 

 

 

 

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