10 PM | 20 Sep

Imágenes, Iconos, Mitos

 

    

 

 

 

  

He leído con atención el libro de Abellán sobre mi pueblo (El Escorial, iconos imágenes mitos), y como no he quedado muy convencido he llamado a mi amigo Mario Praz  para ver juntos aquel  Escorial que le parecía tan anodino al pintoresco Teófilo Gutier, el cual recomendaba a la gente aburrida pasaran tres o cuatro días aquí, con el mensaje de que se divertirían el resto de sus vidas solo de pensar como pudieron estar tanto tiempo en el Escorial como si nada.

   Reflexionamos juntos en el estanque cuadrangular del jardín que, con sus innumerables anexos, es la perfecta imagen de la monotonía. El ojo se me estrecha por el hueco de la cerradura como la mano aprieta las cuentas de un rosario, para volver hacia atrás y después recorrer desde el inicio la misma fila de cuadritos, con la verdina sobre la fría pizarra de las macizas paredes, mientras que el estanque inmóvil  multiplica la sucesión de las flores .El eco que repite la balanceada nota del cuco en el “desierto” del bosque de Fontainebleau no produce tanta sensación de gran soledad desesperada como el mudo eco del estanque en el que se refleja la desnuda pizarra. Es el vacío hecho geometría, traducido a signos inteligibles para la mente humana que rehuye el vacío. Al desgranar sin detenerse, adelante y atrás, atrás y adelante, el rosario de las cien ventanas iguales, el pensamiento de pierde en el infinito. ¿Sería esto lo que miraba Felipe II para olvidar las fauces infernales colocadas a su lado, como en la pesadilla pintada por el Greco? ¿Tal vez deletreando con los ojos disciplinados el rosario de cuadraditos simétricos, pensaría el nieto de Juana la Loca que podría exculpar su inquieta conciencia, como el insomne que repite la misma palabra una y otra vez, hasta que la mente se desvanece? Y mientras tanto, el poeta áulico entona con solemne voz de órgano: Sacros, altos, dorados capiteles, que a las nubes borráis sus arreboles

 El órgano tronaba en las gélidas naves; en el ángulo extremo del coro, Felipe II contaba la serie de las largas cañas, cañas verticales y cañas horizontales, inflexibles como las trompetas angelicales en el juicio final: Depón tus rayos Júpiter; no celes los tuyos, sol.

 El mas grande rey de los fieles contaba ahora los asientos del coro, asientos altos y asientos bajos, con las columnas iguales, una dos, una dos, una dos, una dos, las repisas iguales, una dos, una dos, y las cabezas de los canónigos pulidas como bolas de marfil: Religiosa grandeza del monarca, cuya diestra real del nuevo mundo Abrevia y el Oriente se la humilla

  Las ventanas, las cañas del órgano, los asientos del coro, los peldaños de la escalera, las salidas de las estancias, las fracciones de las horas y los días, contar todo esto, y volver a contar desde el inicio, adelante y atrás, hasta que la parca no se libere de la pesadilla del miedoso cetáceo, cola enorme, boca trituradora de carnes torturadas, que todas las noches se acercaba, se acercaba inexorablemente a la cama del grande monarca de los fieles.

   Después de todo, ¿no es justamente esa noche oscura un estado parecido al de la aridez desesperada descrita por el alma de San Juan de la Cruz? Crear un vacío divino, comprimir la conciencia, cuyo curso habitual es una línea hasta un punto inmóvil… sigue así  mi amigo Praz en unas estupendas páginas, hasta que llega a la conclusión  que Felipe II consiguió crear el vacío ¿lo consolaban algunas de las suaves visiones que compensan a lo místicos durante días y años de estériles advenimientos? .Negro sobre negro, el mismo jeroglífico repetido infinidad de veces. Soledad sí, eso es lo que sentimos muchos gurriatos ante la ausencia de compromiso de muchos intelectuales cuando el pueblo poco a poco se nos va hacia los intereses especulativos del capitalismo más agresivo

. El poeta Antonio Herranz,  dice en unos versos que titula Código de conducta: Aquí la piedra huele a orines y se hace humana, / y entre sus grietas crece el moho de la historia. / Este lugar no existe/ pero nosotros somos sus fantasmas/ buscando un destino con ambición y esperanza/ Sentimos que la noche nos habla/ lo único capaz de sujetarnos. Estos fragmentos me han llenado mas como gurriato que todo un libro de un docto profesor

6 de septiembtre de 2009, a una semana de la Romeria.

 

 

 

 

 

 

 

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