07 PM | 13 Ene

MISIÓN DE AUDACES- DÍA 19 18 HORAS

Misión de audaces. (The Horse Soldiers. John Ford, 1959) Western/Bélica. Estados
Unidos. 119 min. color. VOS.
Habíamos tenido a Ford. Habíamos tenido a Wayne. Pero hasta hoy no
habíamos tenido la sacrosanta pareja del western: Ford y Wayne, Wayne y Ford, que
tanto monta…
Si por una estúpida e improbable distopía yo tuviera que salvar una, solo una,
de las películas del ciclo, me decidiría por Misión de audaces sin dudarlo. Ahora bien,
otra cosa diferente sería tener que explicar los motivos.
No es la mejor de las seleccionadas. Ni siquiera para mi gusto. No es la más
representativa del director: pocas veces Ford renuncia a tantos rasgos de su estilo
como en esta; en realidad, más parece una película de Howard Hawks. La crítica suele
maltratarla. La taquilla, en su momento, le fue esquiva. Y es difícil encontrarla en las
reposiciones habituales de los canales de TV. Pues a pesar de todo ello, cuando
planteé la realización del ciclo, fue uno de los primeros títulos sobre los que no tuve
ninguna duda. Discutí algunos otros con Félix: obras muy serias de John Sturges, de
Boetticher o, incluso, del propio Ford, pero en ningún momento hubiera consentido en
excluir esta. Pero no me pregunten por qué. Y si me lo preguntan, les contestaré
aquello de que a veces el corazón tiene razones que la razón no entiende.
Misión de audaces, en este momento de guerra a las puertas, tiene un riesgo
evidente: sería fácil caer, al presentarla, en un tono demagógico y mitinero. Pero les
aseguro que soslayaré el riesgo.

 


El guion parte de la narración novelada de unos hechos poco conocidos, que
ocurrieron en la primavera de 1863, cuando el resultado de la Guerra de Secesión aún
era incierto. Y una de las críticas más recurrentes se centra, precisamente, en la
endeblez del guion. Se lo tilda de esquemático y falto de matices. Puede ser. Pero en
todo caso, será el guion literario, porque el cinematográfico da muestras frecuentes de
sutileza y finura. O, a lo mejor, en realidad, es la descomunal capacidad de John Ford
para la puesta en escena. Cuando hablo de esta película, para ilustrar esa capacidad
siempre cito el mismo ejemplo: un plano medio del coronel Marlow, a caballo,
contemplando el campo de batalla durante los segundos previos a que sus tropas
entren en acción. Cualquier otro cineasta hubiera plantado al jinete en estático,
delante de una cámara fija o con un ligero movimiento en busca del rostro del militar.
Ford, no. Ford planta la cámara y deja que el jinete avance despacio hasta llenar la
pantalla, con un pequeño detalle para evidenciar la habilidad respectiva, común e
inigualables de actor y director. Wayne detiene el caballo en el punto exacto que le
permitirá apoyar su codo derecho sobre el vértice de un tejadillo con toda la
naturalidad. ¿Ustedes se imaginan la destreza requerida para parar un caballo dentro
de un margen espacial de cinco centímetros? Una dispersión mayor hubiera
imposibilitado el gesto de templanza del hombre que enviará a sus tropas a morir en
breves segundos. Pero ellos lo ven claro como plano y lo ejecutan. Tal vez es por esto y
por otros detalles similares por lo que a mí me conmueve tanto esta película.

Aunque para ser sincero, creo que lo más interesante no es lo más evidente y
es aquello por lo que antes decía que más parece una película de Howard Hawks. Me
explico. En apariencia, este es un film bélico en el que una unidad de caballería debe
cumplir una misión de alto riesgo tras de las líneas enemigas. La trama ―insisto, en
apariencia― es la sucesión de enfrentamientos y peripecias guerreras de esa tropa. Sin
embargo, si uno no se conforma con lo evidente, descubre (tampoco está tan oculto)
las dos maneras contrapuestas de afrontar una tarea profesional particular. Desde
luego, son militares de circunstancias, pero a la postre son profesionales. Uno, el
coronel Marlow (John Wayne), el otro, el Mayor Médico Kendal (William Holden). El
primero, ingeniero de ferrocarriles en la vida civil y el segundo, doctor. El humanismo
del médico, totalmente legítimo y comprometido, le enfrentará al sentido de la
disciplina y del deber representados por el coronel, que no es militar de carrera, pero
que sin embargo su dignidad de persona le obliga a ser más soldado que nadie. Esto,
que plantea un sinfín de dudas en el espectador, no deja de ser otra forma de
honestidad que le obligará a sentir un gran respeto por Marlow y otorgará una
dimensión diferente al film.
Para terminar, diré que, sin formar parte de la trilogía de la caballería, Misión es
un testimonio más de la admiración que Ford profesaba a los hombres de a caballo.
Atentos, también, a la banda sonora.
Alfonso Peláez.
Colectivo Rousseau

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2 comentarios

  • Colectivo Rousseau

    Me ha gustado mucho esta presentación. Ya había visto varias veces esta película. La primera cuando su estreno en Madrid y la última recientemente en TVE. Siempre la he encontrado interesante. Pero con la presentacíon la he entendido mejor y disfrutado, a posteriori, aún más. Y es muy variada en los diversos sucesos que presenta, incluso el de los cadetes valerosos e inconscientes. Gracias y enhorabuena.

    ↶Reply19 enero, 202319:25
    • Colectivo Rousseau

      Muchas gracias, Ricardo, por tu amable comentario.

      ↶Reply23 enero, 202317:04