UN POETA DE LA VISIÓN. APUNTES PARA LA AVENTURA
Después de visionar ayer LA AVENTURA, me he puesto los diez minutos que Enrico Chezzi y Mancini rodaron, para dar gusto a Antonioni en el 83: me gustaría volver a hacer La aventura en color. Consiguen un documental sobre un paisaje fabuloso, con una primera secuencia extraordinaria: mientras la cámara, colocada sobre una embarcación, se aproxima lentamente se oyen las voces de los personajes de la peli: “hubo un tiempo en que las islas Eolias eran volcanes”. La belleza de las imágenes tomadas en la isla me sirve, sobre todo, para demostrar, de una vez por todas, la superioridad del blanco y negro, sobre este tipo de historias y no me imagino La Aventura en color.
Antonioni en el libro de Aldo Tasone dice: “examinando a los hombres y a las mujeres a mi alrededor he constatado la inestabilidad y la fragilidad de las relaciones” Quería captar con imágenes el modo en que yerran los sentimientos. Estamos en 1960.
Resalto lo que más me ha gustado de la película:
-El genial corte desde el plano cercano del coche, que corre por la campiña romana, al campo larguísimo del barco, arribado ya a su destino, tras una noche de navegación.
– Todo lo que sucede en la isla, que es además lo que mas recordamos de la película si la hemos visto con antelación.
-Aunque improvisada, la larga escena de amor en la carretera de Noto. Impresiona la “suite” que monta Antonioni con los primeros planos de alegría de Claudia, que contrastan con la oscura desesperación de Ana en casa de Sandro, al comienzo de la película. Me encanta el sugestivo marco ambiental, la profunda calma de una colina desnuda que desciende hacia el mar y ese tren de fábula que atraviesa el valle. El tiempo se detiene.
-De la parte siciliana me quedo con la visita a un misterioso pueblo, la cámara explora la plaza desértica bajo el sol impecable, con las casas, los monumentos inútiles. El vacío en estado puro.
-El fantástico espectáculo barroco que se disfruta desde la terraza del campanario, y el recuerdo de que Sandro es arquitecto.
-El hall del lujoso hotel San Doménico en Taormina y su agitación con la fiesta es lo que menos me interesa de la película, aunque la alusión a Picasso, el pintor que hace desnudos acompañando a Giulia puede tener su interés.
-Claudia corre mecánicamente por el hotel hasta llegar a una plaza. Sandro la alcanza, alelado, mira fijamente el vacío. Sandro se deja caer en un banco y rompe a llorar. Durante un largo rato se quedan inmóviles frente al Etna, sin mirarse. Después, subyugada por la emoción Claudia se acerca a su compañero, extiende la mano, le acaricia el cabello. En el naufragio, la piedad se le aparece como la última tabla de salvación. Figurativamente, el encuadre evoca a un tiempo de desesperación y esperanza; el hombre está sentado de cara a un muro que ocupa medio cuadro, Claudia se destaca contra el cielo trasparente y limitado del amanecer.
….Y EL JUEVES MÁS
