EL FILÓSOFO DE LAS VIRTUDES
El pasado 21 de mayo murió, a sus 96 años, el filósofo Alasdair MacIntyre, uno de los pensadores más influyentes del siglo XX y uno de los que más me ha inspirado personalmente en la comprensión de la crisis moral contemporánea.
Nacido en Glasgow, enseñó filosofía en varias universidades británicas y emigró a Estados Unidos en 1969, donde desarrolló toda su carrera académica como profesor e investigador en filosofía moral y política. Su libro, Una breve historia de la ética , fue el manual que estuve recomendando a todos los alumnos de Ética que pasaron por mis clases. Aunque tenía un sesgo marcadamente anglosajón, era, con diferencia, la mejor introducción a las teorías filosóficas de la moral desde los griegos hasta el siglo XX: clara, completa y comprensible.
Pero el libro más conocido y comentado de MacIntyre fue After virtue ( Tras la virtud ), publicado en 1981 y traducido al castellano por la editorial Crítica. Se trata de un ensayo brillante y provocador que, como expresa a la perfección el título, es al mismo tiempo una constatación de la imposibilidad de hablar de virtudes (y de cultivarlas) en las sociedades contemporáneas, y una búsqueda del tipo de sociedad que puede fomentar un ethos virtuoso en las personas, como el presentado por Aristòtil un seguidor imprescindible.
La tesis que mantiene MacIntyre es difícilmente rebatible: desde la modernidad, el paso del mundo «tal y como es» al mundo «tal y como debería» falta de fundamento racional, cosa que no ocurría —o no era percibida como una deficiencia— ni en la filosofía antigua ni en la filosofía medieval, esclava de la teología.
Es por eso que la propuesta de una manera de ser virtuosa se hace impensable en el mundo contemporáneo; con el triunfo casi absoluto de la libertad individual, ha hecho inviable una concepción universal de «la vida buena». actuales, sería posible reencontrar el sentido de las virtudes morales.
MacIntyre realiza una adaptación de la ética de las virtudes aristotélica totalmente recuperable y necesaria para una época como la actual.
La apelación de MacIntyre a la comunidad le convirtió enseguida en una de las referencias del «comunitarismo» filosófico, una crítica radical al liberalismo político que gira en torno a un sujeto abstracto sin raíces morales –sin ethos– en las sociedades en las que vive. El comunitarismo centró durante varios años una polémica interesante entre los filósofos de la política más influyentes del siglo pasado, como Rawls, Habermas o Rorty. Cabe decir que la concreción sobre el tipo de comunidad que debería considerarse como alternativa de una política excesivamente liberal ha tenido expresiones poco estimulantes, empezando por la del propio MacIntyre, que pone la mirada en comunidades tan tradicionales y conservadoras como las órdenes religiosas.
MacIntyre se alinea entre los pensadores que consideran inviable el proyecto de una moral racional universal como fue la de Kant y los filósofos de la Ilustración. Pero en vez de adoptar una posición nihilista o estrictamente emotivista, al estilo de Nietzsche, hace una adaptación de la ética de las virtudes aristotélica totalmente recuperable y necesaria para una época como la actual que no llega a encontrar la manera de abordar y corregir, aunque sea parcialmente, la escisión entre la escisión entre la.
Uno de los últimos libros publicados por MacIntyre responde al título de Animales racionales dependientes , una especie de revisión desde la antropología filosófica de la concepción de nosotros mismos como seres autónomos y autosuficientes, concepción desmentida por la serie de crisis que nos están afectando en diversos aspectos, pero que especialmente nos están haciendo ver la fragilidad e interdependencia. Todo permite esperar que la obra de MacIntyre perdurará y, al menos, ayudará a pensar nuevas formas de vivir coherentes con los valores morales que teóricamente sustentan la vida en común.
VICTORIA CAMPS EN POLÍTICA-PROSA