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02 PM | 17 Ago

Conversaciones con Billy Wilder

En ” Conversaciones con Billy Wilder ” el legendario director, ya nonagenario, accedió por primera vez a hablar extensamente sobre su vida y obra. Entrevistado por Cameron Crowe, en sus páginas habla de su experiencia en el mismo corazón de Hollywood, así como sobre guiones, fotografía y escenografía, sus colegas y sus películas, y el cine de hoy. En este largo coloquio de director a director -similar al sostenido por Truffaut y el maestro del suspense en ” El cine según Hitchcock ” – conocemos cómo fue la colaboración de Wilder con estrellas de la talla de Audrey Hepburn, Jack Lemmon, Marilyn Monroe, Marlene Dietrich o Charles Laughton, entre muchos otros, y nos asomamos a las curiosas y divertidas historias ocurridas entre bastidores durante el rodaje de ” Perdición ” , ” Berlín Occidente ” , ” El crepúsculo de los dioses ” , ” El gran carnaval ” , ” Traidor en el infierno ” , ” Sabrina ” , ” La tentación vive arriba ” , ” Ariane ” , ” Testigo de cargo ” , ” Con faldas y a lo loco ” o ” El apartamento ” .

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04 PM | 16 Ago

PREGONANDO

Félix Alonso

El pregón del inicio de las fiestas ha puesto de manifiesto lo contraproducentes que son todas las proclamas que se hacen en favor a reducir la religión al ámbito de lo privado. Si algo demostró el pregonero y quienes lo invitaron, es la repercusión pública que puede llegar a tener un discurso plagado con los elementos más sobresalientes del nacional-catolicismo, dirigido a una plaza llena de gente que escucha atentamente, y al que no se contrapone ninguna opinión visible desde la izquierda, no ya en el acto mismo, que se pudiera considerar dentro de la cortesía, sino a través de algún comunicado.

Me consta que en la comida de celebración de los socialistas de San Lorenzo, no se hizo el más mínimo comentario, siendo un ámbito muy adecuado para que Hontoria hubiera comunicado a sus compañeros su incomodidad. La hegemonía no se consigue con el traje de los domingos en búsqueda del baile de salón.

Yo si me sentí incómodo por algunas de las palabras que volaban por la Plaza: El cuestionamiento al sistema político actual, y  ajustes de cuentas con el proyecto ilustrado. Todo muy alejado de los postulados cristianos de José Gómez Cassarena, Díaz- Salazar, o de los que participaron en el homenaje a Manuel Fraijó. El contenido de un blog no permite profundizar en el texto íntegro del pregón, pero a un laicista le produce desasosiego. Tiempo tendremos, espero que se haga el reproche político en el próximo pleno. Confío en Tettamantti.

Si el Colectivo-Rousseau quiere poner en marcha el proyecto: “EL LAICISMO A DEBATE” durante el próximo otoño es porque  creemos que ha llegado el momento de someter el laicismo a revisión. Existe, sin duda, un gran desconocimiento sobre este tema. Hay quien lo confunde con anticlericalismo, cuando la laicidad lo que pretende es que exista una separación efectiva, desde el respeto, entre el Estado y las Confesiones Religiosas. Vamos a contar con el apoyo y respaldo de la Fundación  CIVES  y  la Fundación Progreso y Cultura.

Entre los objetivos y fines que nos hemos propuesto está el de divulgar aquellos pensadores que se han caracterizado por sus planteamientos laicistas como Antonio Gil y Zárate, natural de nuestro vecino pueblo El Escorial, Francisco Giner de los Ríos, Pablo de Andrés Cobos, Lorenzo Luzuriaga, Rodolfo Llopis  y en época más reciente, las figuras de Luis Gómez Llorente y Mariano Pérez Galán, y Juan Pablo Ortega y otros.

Queremos divulgar, los planteamientos laicistas en el siglo XIX  y en el XX, las referencias y los avatares que se han ido sucediendo en torno a la laicidad en las distintas Constituciones así como las polémicas suscitadas en el ámbito educativo y en el cultural.

Estamos ya trabajando y han comprometido su participación intelectuales, periodistas, profesores universitarios que han venido participando en debates, simposios, jornadas y que han publicado diversos artículos y ensayos sobre este tema.

Sería oportuno debatir sobre si deben existir, por ejemplo, funerales de Estado, independientes de cualquier confesión religiosa y lo mismo cabría decir de otros muchos asuntos polémicos.

Nuestra intención no es otra que DIVULGAR CON RIGOR y que los asistentes a nuestros actos puedan hacerse una idea en torno a este tema para poder juzgar con objetividad, disponiendo de una información veraz. Por otro lado en este, como en otros campos, es necesario reivindicar una actitud crítica para aproximarnos a aspectos cruciales sobre los que, durante mucho tiempo, han existido tergiversaciones interesadas, represión y silencio.

Ha llegado la hora de reavivar nuestro legado republicano. Ahí están las raíces de la batalla

 

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03 PM | 02 Ago

“Alberto Descorial (octubre, cada vez más indudable)”.-

 

Conocí a Alberto Descorial hace más de treinta años, aunque su verdadero nombre era Alberto Martínez Sánchez. Por unos compañeros socialistas de Los Molinos me he enterado de su reciente fallecimiento, y me pongo enseguida a recordarle. Alberto era un funcionario cualificado de la Comunidad de Madrid, a él se deben los manuales básicos de Administración Local que el PSOE editó y que se repartían a los concejales que tenían que desempeñar su función en los ayuntamientos.

Sus antepasados fueron los impulsores de la “Escuela de Montes” y sobre todo de la creación del parque de Terreros. La firma de sus poemarios con el nombre “Descorial” sería suficiente para resaltar su amor por el pueblo, pero es que además fue concejal socialista y secretario del Ayuntamiento. Le produjo dolor la actitud de algunos correligionarios de la época. Puso por encima la libertad a la obediencia doctrinaria. Hoy sigue siendo desgraciadamente un camino muy seductor para algunos seres humanos agarrarse a los dogmas, la disciplina, el patriotismo, las sectas, las religiones o la magia. La libertad por encima de todo, solía decirme. 

Hablando con el poeta Juan Torres, al que conocí en avatares políticos que no vienen al caso, coincidimos en el conocimiento de Alberto. Éste le dedicó en el periódico “Vox Populi” un artículo titulado “Instrucciones para escribir un soneto”, del que no me resisto a transcribir unos pasajes: 

“Era un hombre amojamado y pelón. Se movía sigilosamente por los pasillos de la consejería, donde se le tenía en alto aprecio, y no se inmiscuía en asuntos ajenos a sus competencias más estrictas, que se limitaban, me parece, a redactar sesudos informes recomendando medidas que luego nadie se encargaba de adoptar.

Todos los días buscábamos un hueco para encerrarnos en su despacho. Nadie le dio al asunto otro pábulo que el que tenía: dos poetas, ya se sabe. Yo era entonces un joven airado, adscrito a la iglesia de la poesía de la experiencia, ávido de trasladar al papel la vida misma de cada día con el lenguaje que cada día nos da la vida misma.

Luis García Montero, ya saben. Y, por supuesto, Javier Salvago, cuyo entrañable prosaísmo tanto me marcó. Menos fieros de lo que nosotros mismos nos pintábamos, los poetas de la experiencia andábamos por la vida con mucha indolencia y escasísimo rigor. Como de vuelta de todo pero sin haber ido a ningún sitio.

Así que Alberto me explicó que había que empezar por el principio. Su poesía no contenía vanguardismos formales, ni mucho menos conceptuales. Bebía de las fuentes más clásicas de nuestra lírica y era muy dado a enfrascarse en la naturaleza y el paisaje para no tener que adentrarse en mayores enredos existenciales.

Alberto Descorial no escribía poesía para inmortalizarse sino para sobrellevar la mortalidad con elegancia. El soneto era para él como el perpetuo aprendizaje. Un continuo adentrarse en la búsqueda de la exactitud expresiva y de la precisión rítmica. Un empeñarse en llevar al límite la elaboración del lenguaje poético impecable.

Me animaba, pero se mostraba implacable: “No te obsesiones con los temas, no emborrones un buen poema a base de toscas emociones. Para trabajar la técnica, busca temas que no te impliquen, cosas sin importancia”. Así fue como me enseñó su Soneto a las pinzas de la ropa, del que por desgracia solo conservo el recuerdo de su primer espléndido verso: Bisnietas pobres del vetusto pino.

Termina Juan diciendo que “no todo eran sonetos. Había mucha estancia, largas ristras de heptasílabos y endecasílabos combinados, recuperando el tono y el sentir del mejor Garcilaso puesto al día. Pero era en los sonetos en los que su maestría se mostraba esplendorosa, donde mejor fructificaban sus largas horas de encierro depurando las aristas de la inspiración”.

Me encantó el artículo, que se puede leer entero en este enlace, y se lo llevé a su casa de Los Molinos. Una mañana entera de “charleta”, al final me dio dos libros que siempre he tenido ganas de editar: uno la “Autobiografía por fray Juan de la Cruz”. Haciéndose pasar por el poeta, comienza diciendo: “Escribo la verdad de mi vida y mi pensamiento, aquí en la Peñuela, a mis cincuenta años de edad… Me propongo con ello mostrar que soy inocente de las imputaciones que me han llevado al destierro y a la pérdida de todos los oficios…”.

Me regaló las “cincuenta levitaciones del anciano Newton” y 300 hojas mecanografiadas con el título: “La existencia sin modo”, un libro metafísico sobre la “civilización de la cucaña” que era su especialidad, y encontré en mi librería el libro titulado “Es indudable otoño en sus señales”.

Hacía una poesía reposada y atemporal, previsible y acogedora, emotiva en su propia contención. Había mucho Garcilaso, sí, en sus versos, pero también mucho de mística en sus escritos. Aunque ahora prive lo crematístico a lo místico en los plenos del municipio, les pido a los concejales que hagan un hueco para un reconocimiento. Fue un gurriato importante, un socialista ejemplar, el pueblo merece su recuerdo.

Es indudable otoño en sus señales / de glaucas tenues luces vespertinas / desgritadas de voz y de tinieblas / que divinizan a los robledales/

Seria como el fulgor de los puñales / la tarde reverbera en las encinas / Borroso el bosque,enteras las ruinas / donde asientan las dalias sus reales / Una dulce tristeza de la herida / que la playa recibe por el sable / de la ola llegando ya vencida / deshojada de modo insoslayable / en cada embate dando algo de vida / Octubre, cada vez más indudable.

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03 PM | 02 Ago

PERDICIÓN

Ambición ciega

Perdición

Double Indemnity. Billy Wilder. EUA, 1944.

PerdicioncartelEl director austriaco Billy Wilder, en lo que sería su tercer largometraje americano como realizador, se atrevió con el recién nacido cine negro, en su película Perdición, tomando como punto de partida una novela de James M. Cain, a través de un guion elaborado por Raymond Chandler, y por él mismo. El filme destaca, principalmente, en sus afilados diálogos, por la interpretación de Barbara Stanwyck como una pérfida mujer fatal, que nos atreveríamos a incluir entre las mejores (desde luego, no será por falta de competencia), y también sobresale el largometraje por su fotografía, ese blanco y negro de claroscuros que llega a envolver la obra de una densa áurea, en un tono brumoso de pesadilla, acompañada de un ritmo ágil, seco y preciso, que arranca de la sombra de un hombre con muletas, que se va acercando a la cámara, hasta llegar a engullirla.

La historia se inicia en sus momentos finales, cuando Walter Neff (Fred MacMurray), tambaleándose en la noche, llega a su lugar de trabajo, una compañía de seguros en donde desarrolla funciones de vendedor, y a través de un dictáfono, aparato de grabación interna que por cierto, visto en la actualidad, parece salido de una caverna, se dispone a narrar a su compañero y amigo Barton Keyes (Edward G. Robinson), jefe de siniestros de la empresa, los desagradables y terribles acontecimientos ocurridos desde finales del mes de mayo de 1938, cuando conoció a Phyllis Dietrichson (Barbara Stanwyck), hasta ese mismo instante, 16 de julio del mismo año. En ese primer momento, Neff ya confiesa que los actos criminales que ha realizado los ha cometido por dos motivos: por dinero y por una mujer, y no ha conseguido obtener el dinero ni tampoco a la mujer.

Perdicionfoto1Estamos ante la comisión de un asesinato desde su misma concepción, siguiendo los actos de su ejecución y culminando en las consecuencias posteriores. Tres actos perfectamente diferenciados, que se siguen con un largo flashback, interrumpido en ocasiones con la voz en off del protagonista, y algunas imágenes del mismo en el presente. La acción se desarrolla en la ciudad de Los Ángeles, con predominio de dos interiores: el primero, la casa de estilo hispano de Phyllis, con esa escalera que nos separa del deseo, y un salón funcional, en donde las sombras destacan, aunque para ello haya que jugar con cortinas o persianas, dando un aspecto entre lóbrego y tenebroso al lugar; y el segundo interior, la propia compañía de seguros, situada en un edificio, entre dos plantas. En la primera, y rodeando a la que está en el piso inferior, se encuentran los despachos de los más afortunados de la empresa, los que han conseguido un reconocimiento y cierto éxito en su trabajo, y en la planta inferior, sin esconderse como fracasados del sueño americano, aparecen muchos empleados en un decorado con sala única, que recuerda a la oficina de Jack Lemmon en El Apartamento (The Apartament, 1960), también de Billy Wilder y también una compañía de seguros, pero esta vez en Nueva York.

Perdicionfoto2Barbara Stanwyck realiza una interpretación soberbia, dominante, con esa mirada perversa, esa media sonrisa malévola que no esconde ni en los peores momentos, con una tranquilidad frente a las adversidades, propia únicamente de verdaderas arpías, podrida por dentro, como ella misma reconoce, consciente de su poder sexual y de su ambición ilimitada. Mención especial y destacada merece esa horrenda peluca rubia que le endosaron durante toda la película, lo que, además de fría y calculadora, le hace parecer ordinaria. Fred MacMurray solo había actuado en comedias hasta ese momento, pero dentro de un punto de ligereza en la interpretación, concuerda con ese carácter de hombre dominado por su pasión sexual, por sus ambiciones económicas, débil y engañado recurrentemente, aunque pretenda o alguien le diga, Edward G. Robinson concretamente, que es el menos tonto de entre los tontos. Dominada por una tigresa sin escrúpulos, el fetichismo es el que hace saltar la electricidad en un primer momento, esa pulsera que rodea el tobillo de Phyllis, mientras desciende por la escalera con sus tacones, y cubierta con el atuendo con el que rápidamente se ha vestido, tras haber estado ocupando su tiempo con un “baño de sol”. Por su parte, Edward G. Robinson, eficaz y hasta dulce interpretando a un concienzudo empleado que va tras el fraude, tanto con su inteligencia, como con sus estadísticas y sus presentimientos (llámese enanito que lleva dentro). Merece destacarse la relación especial que se establece entre los dos protagonistas masculinos, ese trato de maestro/alumno, y a la vez padre/hijo, relación mostrada con cariño y afecto, que se termina materializando siempre en el encendido de la cerilla con los dedos, aunque en la última escena la habilidad cambie de personaje, mientras a lo lejos escuchamos las sirenas de los coches.

Perdicionfoto3Los diálogos, como ya se ha adelantado, resultan directos, sensuales, atinados y provocativos; sirva como muestra cuando parece que se ha rebasado el límite de velocidad del estado, comparándolo con el rápido acercamiento personal, o se visita a alguien para devolverle el sombrero que no llevamos. E igualmente destacan presagios, como considerar que ya estamos muertos porque no escuchamos nuestras pisadas, o la asociación del asesinato con el olor de la madreselva.

Creemos que nos enfrentamos a una obra absolutamente inspirada, en donde no le sobra nada, ni tampoco le falta el final que ya tenía preparado y filmado Billy Wilder, con el protagonista en la cámara de gas, apéndice en realidad innecesario a la vista de los acontecimientos. Estamos ante un filme que juega con el realismo, al que su autor ha pretendido dar aires de noticiario, y de veras que lo ha conseguido, con ese polvo que parece suspenderse en las habitaciones cerradas, o ese supermercado repleto de latas en donde pretendía esconderse la pareja protagonista. Por cierto, a causa de las restricciones de alimentos en plena Segunda Guerra Mundial, y a pesar de contratar a guardias de seguridad para que se apostaran en la puerta del comercio, desaparecieron una lata de melocotón y cuatro pastillas de jabón, auténticas, claro. En cuanto a otras anécdotas, es famosa la puerta del apartamento de Neff, que milagrosamente se abría hacia afuera. Billy Wilder se dio cuenta del error una vez filmado, consideró que no quedaba desacertado, y no quiso corregirlo.

Perdicionfoto4La obra, además de resultar una crítica sobre la búsqueda suprema norteamericana del sexo y el dinero, nos deja reflexionando sobre dónde tienen el cerebro algunos hombres, porque basta con ponerse una pulsera en el tobillo y lanzar cuatro ácidos comentarios para hacer de ellos meros muñecos, y comparsas de caprichos y conveniencias. Parece que estamos ante una película de siempre y para siempre, un entretenimiento repleto de veneno, de vertiginosas acciones que no necesita de ninguna cámara en mano nerviosa para interesarnos y asombrarnos. A pesar de la voz en off de Walter Neff que va salpicando todo el relato, y en consecuencia, narrándonos los acontecimientos desde sus propias sensaciones, temores y miserias, el realizador parece que no siente empatía con ninguno de sus personajes, acaso con el triste jefe de siniestros, y nosotros, como espectadores, tampoco. Quizás, es posible, que a todos nos entre cierto pesar si nos detenemos en esa pobre huérfana, Lola, que se quedó sin madre, le han hecho desaparecer al padre, y ya veremos que pasa con el novio, Nino Zachetti, que por cierto, tiene un nombre de mafioso italiano, que despierta poca confianza.

En los últimos números de la revista, nos hemos detenido en acercarnos nuevamente a varios largometrajes excelentes que se produjeron en el año 1944 en Estados Unidos: Laura, de Otto Preminger, La mujer del cuadro (The Woman in the Window), de Fritz Lang, Luz que agoniza (Gaslight), de George Cukor, Tener y no tener (To Have and Have not), de Howard Hawks, y el que nos ocupa de Billy Wilder, Perdición (Double Indemnity). No queremos ni podemos destacar algunos de ellos sobre otros. Consideramos que todos  merecen permanecer en la cúspide de la historia de la cinematografía.

Tráiler:

Ficha técnica:

PERDICIÓN (Double Indemnity),  EUA, 1944.

Dirección: Billy Wilder
Guion: Billy Wilder y Raymond Chandler, según novela de James M. Cain
Producción: Paramount (Joseph Sistrom)
Fotografía: John F. Seitz
Música: Miklos Rozsa
Reparto: Fred MacMurray. Barbara Stanwyck. Edward G. Robinson. Tom Powers. Porter Hall. Jean Heather. Byron Barr

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