Con la más que afortunada restauración de Sayat Nova (El color de la granada) en 4K, nos encontramos ante la ocasión perfecta para acercarnos al cine de un director maldito (de la cabeza a los pies), que vio cómo la censura le impedía mostrar sus obras al mundo y cómo le persiguió prácticamente hasta su fallecimiento. Sergei Paradjanov era, sin duda, un cineasta especial. Si hay algo que le caracterizaba era su aversión a una puesta en escena ortodoxa y a un lenguaje narrativo convencional.
A TODO RIESGO
La constatación del fin de los ideales románticos, sometidos al cínico pragmatismo de un mundo posmoderno de valores licuados, compone una de las principales crisis filosóficas y existenciales del individuo contemporáneo.
El trauma se puede apreciar incluso cuando estos ideales románticos son tan dudosos como el presunto honor criminal, una falacia en sí misma que solo cobra sentido en el campo de la ficción pero que, aun así, bien sirve para ilustrar el caso.
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