08 PM | 27 Mar

Lilly, según Fred Zinnemann

Uno nunca ve una película como si fuera la primera. Salvo la genuina. Las demás las ves con relación a otras. En ese sentido, yo no he evitado ver Julia (Fred Zinnemann, 1977) en comparación constante con la que vimos hace unas semanas: La Ola.

En el debate sobre esta última, el grupo quiso observar una reflexión sobre el fascismo, a través del experimento de un profesor y su manipulable grupo de adolescentes. Personalmente, aquella conclusión me pareció equivocada, aunque reconozco que no encontré energía ni argumentos para alargar la controversia.

Pero claro, llega Julia y se aclara el panorama. El fascismo es aquello, en toda su cruda especificidad histórica. Recalco la especificidad histórica: Periodo de entreguerras. La democracia burguesa saliendo herida de muerte de la Primera Guerra Mundial. Los poderes económicos desconfiando a fondo del formalismo parlamentario como garante de sus intereses. Un movimiento obrero que ha puesto todas sus esperanzas en la revolución bolchevique. Y, finalmente, el pensamiento más honesto y genuinamente liberal, arrinconado por el empuje de los dos contrarios anteriores.

Muy pocos parecen comprender la que verdaderamente se avecina, pero este es el panorama: Mussolini en Italia desde el 23; Hitler en Alemania desde el 33; ahora, Dollfuss, con su Frente Patriótico, en Austria. Y en España la CEDA de Gil Robles presionando a Lerroux para entrar en el gobierno, lo que termina por motivar la Revolución de Asturias de 1934. Ese era el ambiente político y social de la época.

Sin demasiado rigor historiográfico, la película, en cambio, narra a la perfección esa atmósfera medrosa y trágica que se vivía en Europa. Magistral la subtrama del envío de los 50.000 dólares con sus cruces de aduanas llenos de incertidumbre, zozobra y miedo.

No. El fascismo no es un grupo de adolescentes descerebrados tiñendo sus gamberradas con brochazos supuestamente políticos. El fascismo es el gran poder económico echándose en brazos de organizaciones paramilitares por miedo a la revolución proletaria. Eso ocurrió cuando ocurrió. Y Zinnemann deja constancia, con habilidad y compromiso, bajo el pretexto de contarnos la aventura personal de la activista Julia y sus encuentros y desencuentros con su entrañable amiga Hellman.

Por lo demás, los buenos son buenos sin matices. Y los villanos también. Bien se trate del aparato burocrático militar del Tercer Reich; de las cultas y adineradas élites americanas, que convierten París en parque temático de su decadentismo; o de los antipáticos y codiciosos panaderos alsacianos. Eso sí, no perdono a los guionistas la frivolidad que ponen en boca de Dash, cuando afirma que en España va a haber una guerra. Quién hubiera podido afirmar tal cosa a la altura de 1934. Ni siquiera el mismísimo Dashiell Hamett, con toda su carga de lucidez luciferina.

Tal vez esta reflexión se haya ido más lejos de lo que suele ser un comentario cinematográfico. Lo he hecho a conciencia para resaltar la especificidad de los hechos históricos. “Comunismo o libertad” no es más que la ocurrencia falsamente brillante de una indocumentada. A todas luces se trata de un dilema extemporáneo. Los vectores históricos actuales no tienen nada que ver con los que impulsaban la sociedad europea de hace un siglo. Tampoco nos lo tomemos a broma. El fascismo canónico es irrepetible, pero siempre puede surgir otra forma de autoritarismo político. Porque lo que caracteriza al conservadurismo extremo es el recurso a métodos extremos para perpetuar los privilegios. Y privilegios hay muchos. Incluso es un privilegio, para mucha gente, un trabajucho precario y mal pagado frente a los que carecen hasta de eso. Atentos.

ALFONSO PELÁEZ

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2 comentarios

  • Colectivo Rousseau

    ” El fascismo es el gran poder económico echándose en brazos de organizaciones paramilitares por miedo a la revolución proletaria. Eso ocurrió cuando ocurrió.” Qué acertada esta definición!. Ese gran poder económico que hoy posee las armas más poderosas ( el poder atómico, la tecnología y los medios de comunicación) Podrá una idea domar esa bestia?
    MAGDALENA

    ↶Reply28 marzo, 202117:10
    • Colectivo Rousseau

      No, el poder económico nunca domeñará la bestia parda, o sus similares, al contrario, la necesita cuando baja su capacidad de generar plusvalor y consiguientemente aumentar la tasa de ganancia media del sistema, por la propia contradicción del mismo, que Marx puso en evidencia, y la democracia puede no serles útil para esos menesteres. Por eso es difícil ver un caso de democracia gobernando la izquierda, porque, o esta renuncia a transformar y se hace liberal, el PSOE a lo largo de su historia mas reciente, o dan un golpe de estado del tipo que sea, duro, blando…, el que necesiten,
      para recomponer la situación y mejorarla sin resistencias.

      ↶Reply5 abril, 202115:24