Artículos de Opinión

04 PM | 25 Nov

El último tren de Gun Hill- El jueves día 1 a las 18 horas.

El realizador John Sturges destacó sobretodo gracias a excelentes westerns que dejó para el recuerdo y enriquecimiento del género. En esta ocasión el film nos cuenta una tensa y trepidante historia en la que el Sheriff Matt Morgan (Kirk Douglas) busca a los asesinos de su mujer, uno de los cuales es el hijo de un antiguo amigo suyo, craig Banden (Anthony Quinn), quien además es un poderoso ganadero de un pueblo vecino.

Por un lado, Sturges nos plantea la acción principal del film, en la que un sheriff tiene que viajar y permanecer en un territorio totalmente hostil para conseguir llevar a los asesinos ante la justicia, con una puesta en escena sobria pero efectiva, amparándose en las estupendas interpretaciones tanto de Kirk Douglas como de Anthony Quinn, sin duda los actores del momento más idóneos para este tipo de personajes eminentemente físicos.

Sin embargo, en el film subyacen otras lecturas no menos interesantes que la acción pura y dura con que nos obsequia el director. Por un lado hay la idea de la llegada de los nuevos tiempos (no hay que olvidar que el film es de finales de los años 50 cuando ya el género empezaba a apuntar hacia el llamado “western crepuscular”). Algo que es más bien gradual. Mientras que en el pueblo de Matt se respira tranquilidad y civismo (se resalta que hace más de nuevo años que no hay ningún tiroteo ni se roba un caballo), integración de los indios incluida. En el de Craig todavía está anclado en los viejos tiempos donde un cacique ganadero impone su voluntad por encima de la ley y de quien haga falta. De hecho no hay que olvidar que es el hijo del cacique el que lleva la violencia al pacífico pueblo de Matt. Esa llegada paulatina queda reforzada por el uso del tren que hacen los personajes. Parece que ya no sólo es necesario un caballo para cruzar amplias extensiones de tierra. La preeminencia del ferrocarril es evidente, no sólo por la importancia en su desenlace sino que también personifica esos nuevos tiempos que acabarán imponiéndose.

Por otro lado, también hay que mencionar la importancia creciente de la ley, cuando lo más tradicional es tomarse la justicia por su mano y aplicar el consabido “ojo por ojo”. Por más que sea un asunto personal, muy relacionado con la venganza, Matt se ampara en la ley para detener al hijo de Craig. Pero el inteligente guión lo plantea de una forma muy interesante ya que ambos personajes tienen poderosos motivos que les llevará a un inevitable enfrentamiento entre ambos, ya que Craig como padre no quiere permitir que juzguen y condenen a su único hijo.

En un asunto tan de hombres, el elemento femenino queda bastante relegado a un segundo plano, una Carolyn Jones que apenas tiene peso en una trama perfectamente hilvanada, impresionantemente bien interpretada y no menos bien dirigida por uno de los grandes maestros del género del western: John Sturges.

manulynk 
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07 PM | 05 Oct

La película del viernes en Centro Cultural Villa de El Escorial

Rams (el Valle de los Carneros)

Hrútar. Grímur Hákonarson. Islandia, 2015.

Cartel de la película RamsEl film islandés Rams (El Valle de los Carneros) consiguió alzarse con la Espiga de Oro en el Festival de Valladolid de este año, (2015) habiendo también obtenido con anterioridad, el premio a la Mejor Película en el último Festival de Cannes, en la sección Un Certain Regard, además de estar seleccionada para representar a su país en los próximos Oscar, en la categoría de Mejor Película de habla no inglesa. Con su segundo largometraje de ficción, tras Summerland (2010), Grímur Hákonarson indaga en una historia intimista, que refleja la Islandia rural, a través de la vida de dos hermanos, Gummi y Kiddi, que viven en un aislado valle y se ocupan de la crianza de una raza de ovinos, de pedigrí muy antiguo, que es considerada una de las mejores del país. Los carneros, en Islandia, se distinguen por sus cuernos y por la calidad de su lana, y parece que superan con creces en cuantía a la población humana (unos 800.000 frente a 320.000).

Con unos paisajes sobrecogedores, en el valle apartado de Bardardalur, en donde la naturaleza llega a dominar al hombre, el realizador escandinavo, rodando en las estaciones de verano y en invierno, consigue acercarnos a un mundo cerrado, una sociedad añeja enclaustrada en sus tradiciones, incomunicada y sin interés por abrirse a la modernidad. Impacta esa naturaleza imponente, ese verde primaveral y esos entornos invernales oscuros que arrastran a sus habitantes a la depresión, al alcoholismo y a la soledad. En medio de este estremecedor panorama, se nos van mostrando rencillas familiares que vienen de lejos, que se fomentan casi sin intervención ni responsabilidad de los afectados, pero que terminan repercutiéndoles hasta el final de sus días. Estamos ante enfrentamientos no buscados especialmente, impuestos por generaciones anteriores, que no llegan siquiera a imaginar o ser conscientes de las consecuencias de sus decisiones. La puesta en escena es sencilla, casi documental, y está basada en la propia experiencia personal del realizador, haciéndonos llegar, en imágenes, los intentos de supervivencia de una forma de vida que se niega a enfrentarse con los nuevos tiempos. El director de fotografía es Sturla Brandth Grøvlen, noruego, también camarógrafo en la película Victoria (2015), del director alemán Sebastian Schipper, acaparadora de los premios de la Academia en ese país, y que ha sorprendido con su único y largo plano secuencia.

Fotogramarams(elvalledeloscarneros)1Los personajes poseen personalidades sobrias y, acorde con ello, se muestra la austeridad de las casas en las que viven. Pasan sus días en soledad, y destaca enormemente la ausencia de presencia femenina, en algunos casos porque nunca existió y, en otros, porque desapareció. No hay más entretenimiento que cuidar de los adorados ovinos, esas preciosas criaturas amenazadas por un cataclismo, desgracia que “curiosamente” tiene origen británico. Seguro que nadie se ha olvidado del crack islandés del año 2008, con el colapso de su sistema bancario y las intensas presiones del Reino Unido, uno de sus principales acreedores, para que el país cumpliera con sus compromisos económicos.

El dilema sobre el acatamiento o no de la legalidad, cuando sus reglas se enfrentan a tus intereses más íntimos, a lo que resulta ser el centro de tu existencia y de tus mayores desvelos y afectos, genera una reflexión profunda, con actitudes individuales dispares en sus medios, pero no en los fines. El humor negro está presente a lo largo de toda la obra, y sobresalen golpes de guion muy irónicos y efectivos. Citemos al efecto ese tractor, dirigiéndose a un hospital con una sorprendente carga, o la comunicación, a través de mensajes transportados por un perro. También, a falta de pan, buenas son tortas, y si nadie nos regala nada en Navidad, no tenemos empacho alguno en hacernos nuestro propio obsequio.

Fotogramarams(elvalledeloscarneros)2El filme se centra básicamente en dos personajes, los hermanos Gummi y Kiddi, Sigurốur Sigurjónsson y Theodór Júlíusson, dos actores de gran reputación en Islandia, y ambos están impecables en su interpretación de granjeros de ovejas enfrentados por envidias y discriminaciones ancestrales, son trabajadores, reservados, uno más reflexivo y el otro más impulsivo, los dos tenaces en sus objetivos. No debemos olvidar citar en las interpretaciones a los carneros que intervienen en la película. Se llegó incluso a hacer un casting para las reses, que hasta aparecen en los títulos de crédito. Los dos hermanos consiguen una conexión muy intensa con sus ovejas, cada una tiene un nombre y una identidad propia. En cuanto al resto del reparto, los actores desprenden veracidad y naturalidad, encontrándose entre los papeles secundarios el actor Gunnar Jónsson, a quien precisamente se le acaba de entregar el premio al Mejor Actor en el Festival de Valladolid, por su intervención como protagonista en el film Fúsi , del director Dagur Kári, también de nacionalidad islandesa, con una caracterización del lento despertar de un hombre inadaptado socialmente. Da la impresión que el cine islandés esté despuntando últimamente, más allá del prestigio del realizador Baltasar Kormákur. Recordemos que la reciente vencedora de la Concha de Oro en el último Festival de San Sebastián, fue una película de esa nacionalidad, Sparrows, de Rúnar Rúnarsson.

Calmosamente, con ritmo pausado, se van sucediendo las escenas de ese mundo agrario recluido, sus rutinas, el arduo faenar diario, también los absurdos momentos que otorga tanta soledad, todo ello envuelto en una especie de atmósfera que hace pensar, como ha sugerido el realizador Grímur Hákonarson, en una suerte de western escandinavo, acompañado todo ello por la banda sonora de Atli Örvarsson, que enfatiza momentos, sin apartarnos del drama humano de unos pastores, humildes en medios de vida, pero soberbios en caracteres, tragedia que es en definitiva lo que nos están mostrando, en una meditación sentida sobre la posible pérdida de identidad, forzada por las circunstancias.

Hacía tiempo que no nos encontrábamos con un final tan hermoso e impactante en el cine: once supervivientes enfrentándose a la gélida nieve, buscando su rincón en el mundo y luchando con calidez y ternura frente a las inclemencias meteorológicas y normativas. Es un epílogo emocionante, helador y caluroso al mismo tiempo, incluso se podría tachar de obsceno, tan obsceno como impúdico resulta el no hablarte con tu vecino y hermano durante más de cuarenta años.

 

 

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06 PM | 01 Oct

El ingeniero de ferrocarriles Marlowe, el profesor de secundaria Miller y el joven y alocado pacifista Alvin York

Alfonso Peláez

 

John Ford, a través de la piel de John Wayne, convirtió a un ingeniero de ferrocarriles en el coronel de caballería Marlowe en Misión de audaces. Howard Hawks hizo lo propio con el joven borrachín y pacifista Alvin York, galones de suboficial, interpretado por Gary Cooper, en el film El sargento York. Por último, Steven Spielberg, transformó a Tom Hanks, un honesto profesor de Pennsylvania, en el capitán Miller; hablamos, en este caso, de Salvar al soldado Ryan.

Cada una de estas películas está ambientada en una guerra diferente: de Secesión, la Gran Guerra, la Segunda Guerra Mundial; se trata de tres rangos muy distintos y de personajes con perfiles muy alejados; pero en esencia, en los tres casos, se habla de la misma guerra y del mismo personaje. Porque las tres nos presentan a tres ciudadanos satisfechos con sus vidas de civiles, a priori nada inclinados a las armas, que se ven confrontados por la amenaza que se cierne sobre su modo de vida, un modo de organizarse políticamente presidido por la libertad y la democracia. El Norte del coronel Marlowe peleando contra los Confederados que se oponen a la abolición de la esclavitud; los Estados Unidos del sargento York ayudando a las democracias occidentales agredidas por los imperios centrales y, finamente, otra vez los americanos del capitán Miller desembarcando en Normandía para acabar con el nazismo alemán. Los tres personajes, sin renunciar a su identidad previa, renegando de la guerra (“Cuanto más mato, más lejos me siento de casa” dice el capitán Miller), asumen una nueva personalidad, la militar, hasta las últimas consecuencias, poniendo su nueva condición y el deber que le corresponde por encima de cualquiera otra circunstancia.

Hay que reconocer que, como piezas de propaganda, las tres películas son de una categoría suprema. Porque, con una factura magistral propia de quien las firma, nos ponen ante una cuestión decisiva: ¿quién no estaría dispuesto a defender a como dé lugar nuestro modo de vida? No se refieren a la defensa de la nación, esa palabra altisonante y viciada, se refieren a si estamos o no estamos dispuestos a defender el modo de vida decente y legítimo, con el que nos sentimos políticamente conformes.

Esta semana han puesto dos veces Salvar al soldado Ryan, en dos cadenas de televisión distintas. Espero que alguien, que sabe lo que se cuece mucho más que usted y que yo, no haya decidido que ha llegado el momento de preparar a los Marlowe, York y Miller del mundo para su transformación en soldados imbuidos de arrojo y deber.

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10 PM | 16 May

DON GIOVANNI-MIÉRCOLES 18-18 HORAS

DON GIOVANNI (1979)

Dirección: Joseph Losey.

Intérpretes: Ruggero Raimondi, John Marcudy, Edda Moser.

 

La venganza y la rabia rebosan en el corazón de Doña Ana (Edda Moser) por la muerte de su padre, el Comendador (John Macurdy), a manos de Don Giovanni (Ruggero Raimondi).

Ajeno a esos sentimientos, Don Giovanni continuará, sin escrúpulos, acosando a damas de cualquier clase y condición.

29 de octubre de 1787. Teatro de los Estados de Praga. Wolfgang Amadeus Mozart se pone al frente de la orquesta para dirigir la primera representación de “Don Giovanni”, una de las cumbres de la ópera y de la que más se enorgullecía el excelso músico.

Casi dos siglos después, Joseph Losey se coloca detrás de la cámara para adaptar al celuloide, con la ayuda en el guión de su mujer, Patricia Losey, y Frantz Salieri, este drama jocoso en dos actos.

El reparto artístico elegido para ejecutar tamaña empresa, no hubiera defraudado al autor de la obra de haber levantado la cabeza desde la fosa común en la que fue enterrado: Ruggero Raimondi en el papel principal (después vendría “Carmen de Bizet” (1983) y “Boris Godunov” (1990)), Kiri Te Kanawa interpretando a Doña Elvira, Jose Van Dam como Leporello, la citada Edda Moser como Doña Ana y Teresa Berganza dando vida a Zerlina, entre otros.

Para respaldar acústicamente la propuesta: la Orquesta y Coro de la Ópera de París con Lorin Maazel cogiendo la batuta. Casi nada.

Pero es que además hay que añadir la escenografía de Alexandre Trauner (“El apartamento” (1960), “El hombre que pudo reinar” (1975)) y, cómo no, los exteriores de la mágica y luminosa Venecia, cuya presencia desde la espectacular obertura es todo un lujo.

La puesta en escena, muy fiel al libreto que desarrollara Lorenzo Da Ponte, incluye el moralizante epílogo que fuera desechado en su día por el mismísimo Gustav Mahler; y refleja, también, el ambivalente comportamiento de Doña Ana, reseñado en la más recomendada biografía de Mozart, escrita por Wolfgang Hildesheimer.

“Le digo ante Dios y con toda sinceridad que su hijo es el compositor más grande que yo conozca, personalmente o de nombre: tiene gusto, y además posee la más grande ciencia de composición.” (Joseph Haydn a Leopold Mozart).

Alberto Alcázar

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10 PM | 26 Abr

De LePenes y otros asuntos

Alfonso Peláez

 

Hace un par de días escuchaba en un mismo informativo de la televisión dos noticias, que aisladas podrían parecer anecdóticas, pero al juntarlas me dieron bastante que pensar. Eran como esos botones que dejan perfectamente a las claras todo el surtido ellos solitos.

Noticia uno: el madrileño medio cede a otras comunidades 600 euros de sus impuestos. El tono del locutor era condescendiente con un hecho que, sin duda, le parecía escandalosamente injusto.

Noticia dos: La industria del cuidado canino va en España viento en popa. Genera miles de puestos de trabajo y cientos de millones de facturación. Tal progreso se asienta, entre otros, en dos factores. Por un lado, en la innovación de empresas como XXX y, por otro, en el gasto de los poseedores de mascotas, que llega por término medio a los 1250 euros al año en cada animal. El locutor, ahí, se salía de tanto entusiasmo y regocijo.

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