02 PM | 16 Mar

SUEÑOS DE INVIERNO

“Winter sleep (Sueño de invierno)”: Conciencia y orgullo

Aydin, su esposa Nihal y su hermana Necla viven atrapados en su hotel, en plena estepa de Anatolia. Es un lugar hermoso por su singularidad y por una nieve que todo lo cubre pero que también parece impedirles cualquier relación sincera y afectuosa. Entre ellos y con el vecindario hay cortesía y buenas maneras, pero la procesión va por dentro y no tardan en salir a flote reproches y rencores ocultos. En su interior, viven una especie de duelo silencioso entre la conciencia y el orgullo, entre la moral de grandes intenciones y las realidades más mezquinas. Los dobles sentidos en los comentarios alternan con las humillaciones recíprocas, y el cinismo no deja lugar al perdón. Todo es hermoso en la superficie, pero todo está podrido… y sin embargo, no pueden escapar a esa soledad y parecen condenados a permanecer en ese entorno de ocio y ensimismamiento. Ese es el panorama que Nuri Bilge Ceylan retrata en “Winter sleep (Sueño de invierno)” adaptando tres obras de Chéjov, y esa es la pesadilla de una noche de invierno que produce monstruos de infelicidad.

Winter sleep (Sueño de invierno) 2

Los primeros planos nos advierten que estamos ante una película de estética cuidada, con fotografía y planos que recogen imágenes cargadas de valor simbólico. Nada sobra en una cinta que se atreve con Chéjov para trazar una radiografía inmisericorde de la condición humana. Todo tiene su sentido y clara intención, y cada vuelta de tuerca reafirma el vigor de un orgullo que impide manifestar los sentimientos, la inoperancia de una moral de altos vuelos y brillantes peroratas pero que no es capaz de enfrentarse con uno mismo. La cultura y perspicacia de Aydin no son suficientes para abrir el corazón de los suyos, y en cada intervención se adivinan intereses ocultos cuando no actitudes acusadoras. Todo es complicación y justificación en un hombre acostumbrado a imponer su opinión, y nada escapa a su mirada calculadora y desconfiada. A su alrededor, la frialdad del paisaje no es más que el reflejo de unos corazones secos y amargados. Y es que el cinismo y la soledad han ganado la batalla al deseo de ampliar horizontes y dejar entrar aire fresco. Todo se convierte en una pesadilla para estos presos de la Anatolia, refugiados en su compasión y fracaso, perdidos en la monotonía y aburrimientos cotidianos.

Winter sleep (Sueño de invierno) 1

El trabajo que Nuri Bilge Ceylan se presenta como una pieza de relojería que avanza con lentitud pero con precisión. No tiene prisa por construir caracteres ni relaciones, ni por levantar barreras entre clases sociales o dejar que las verdades afloren por la boca de indignados o borrachos. Todo se acaba sabiendo, aunque el director exige al espectador paciencia y esfuerzo porque la cinta es muy densa y discursiva, pesimista y nada complaciente. Sus matizados y profundos diálogos llegan cargados de sabiduría, y el uso de la palabra se convierte en dardo envenenado o en juego de dialéctica con el que vencer al adversario. Al espectador se le pide atención y reflexión, voluntad para comprender a unos personajes complejos y capacidad para abstraer y elevarse hasta vislumbrar una naturaleza humana dañada. Pero esa hondura antropológica y el oficio con la cámara que demuestra Ceylan hacen que merezcan la pena las tres horas largas de duración, porque estamos ante una obra maestra que se llevó la Palma de Oro en Cannes.

Winter sleep (Sueño de invierno) 3

Todo lo dicho se completa con unas interpretaciones a la altura del lugar y del tema. Tanto Haluk BilginerMelisa SözenDemet Akbag o cualquiera de los secundarios hacen trabajos contenidos y austeros, con diálogos ajustados a su condición y prolongados silencios en los que es la mirada quien habla. Ellos son como el paisaje que habitan y como la propia realidad que viven: duros y agrestes, poco dados a abrir su intimidad o a entregar su libertad. Viven unsueño de invierno que parece no tener término y que amenaza con terminar por congelarles el corazón, entre tanta palabrería, buenas intenciones y nulas realidades. Están paralizados en una guerra soporífera entre la conciencia, el orgullo y la compasión, en la que quieren irse y quedarse a la vez, en la que desean comprar la dignidad con unos billetes, en la que quieren ayudar o predicar la verdad pero subidos al pedestal del engreimiento.

DEL BLOG LA MIRADA DE ULISES

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