10 AM | 26 Ene

LA GRECIA FASCISTA DE METAXÁS

El general griego Ioannis Metaxas (Ítaca, 1871 – Atenas, 1941) estableció en 1936 en Grecia un régimen de tipo fascista que en poco tiempo se convirtió en una versión griega del Tercer Reich. La época fascista en Grecia (1936-1941) recibiría el nombre de “Régimen del 4 de Agosto”, por el día de la subida al poder de Metaxas.

Metaxas impuso su régimen en parte para combatir la turbulenta situación social de Grecia en los años 30, en los que se respiraba una atmósfera inestable propiciada por la lucha entre las diferentes facciones políticas, que llegaron a impulsar varias tentativas golpistas, mientras que el Parlamento se hundía en el descrédito.

En marzo de 1935, un levantamiento venizelista fracasó y los comicios de octubre del mismo año reforzaron la mayoría monarquista, lo que permitió el retorno del rey Jorge II al trono y reestablecer la monarquía en el país. Pero el Parlamento, muy dividido en facciones incompatibles, no era capaz de crear una mayoría clara de gobierno y la creciente actividad de los comunistas, que en las elecciones de 1936 obtuvieron 15 escaños, provocaron la alarma entre la burguesía y las clases medias griegas.

En mayo de ese mismo año se dieron grandes huelgas en el norte del país, lo que decidió al jefe del gobierno en funciones, el general Metaxas, a disolver el Parlamento el 4 de Agosto de 1936, a decretar la ley marcial y a implementar un régimen de carácter fascista para reestablecer el orden social y sofocar el crecimiento de los comunistas.

En una de sus primeras alocuciones, Metaxas anunció: “He asumido la totalidad del poder que necesito para salvar a Grecia de las catástrofes que la amenazan”(1).

Precisamente, uno de los logros más importantes de Metaxas fue la estabilización de la turbulenta situación social de Grecia de la época, sobretodo gracias a su formidablemente eficiente ministro de orden público Konstantinos Maniadakis.

El propio Metaxas había dicho que el sentimiento de orden y colectividad era un valor fundamental de una sociedad fascista: “Debemos subordinar nuestros apetitos, nuestras pasiones y nuestro egoísmo a la totalidad del interés nacional… De ese modo seremos un pueblo que es verdaderamente libre. De otro modo, la anarquía y la indisciplina gobernarán sobre nosotros bajo la falsa máscara de la libertad” (2).

El “Nuevo Estado” fascista se inspiraba claramente en la Alemania nazi de la que era contemporánea, como el general Alexander Kondylis dejó claro: “Todo conflicto y todo desacuerdo debe desaparecer en el futuro; nuestro programa de política interna no se diferenciará mucho del programa del gran creador de la nueva Alemania, Adolf Hitler” (3).

Metaxas recogía la tradición de Mussolini (“la tercera Roma“) y de Hitler (“el tercer Reich”) e invocaba “la Tercera Civilización Helénica”, después de la Antigüedad griega y del Imperio Bizantino de la Edad Media. Esta “Tercera Civilización Helénica”, debía “sintetizar los valores paganos de la antigua Grecia, particularmente los de Esparta, con los valores cristianos del imperio medieval de Bizancio” (4).

También en el caso del régimen de Metaxas se puede hablar del característico “culto al líder” del Fascismo: Metaxas se presentó a sí mismo como “el Primer Campesino“, “el Primer Trabajador”, “el Primer Atleta” y como el “Padre Nacional” (5). A imitación del nombre de “Duce” de Mussolini y “Führer” de Hitler, Metaxas adoptó el título de “Arhigos” (“conductor”).

Al igual que sus contemporáneos regímenes fascistas italiano y alemán, el régimen del 4 de Agosto hacía uso del saludo romano o fascista (con el brazo derecho extendido) y tenía sus propios uniformes, saludos,  y rituales. Como símbolo se escogió el pelekys, el hacha de doble filo originario de la civilización minoica y que para Metaxas era el símbolo más antiguo de todas las culturas griegas.

Para asegurar el orden público que Metaxas creó una policía secreta, llamada Asfalia, que vendría a ser el equivalente griego a la Gestapo alemana.

La policía política griega se convirtió en todopoderosa, y los comunistas y los izquierdistas sufrieron una represión brutal. Más de 30.000 personas fueron arrestadas y encarceladas, o exiliadas por motivos políticos, y las torturas se hicieron habituales para extraer confesiones o acusaciones contra aquellos que se oponían al régimen. Con tales políticas, Metaxas ahogó las actividades de los comunistas y suproyecto político. Pero no sólo desarmó a los izquierdistas; también consiguió desmantelar el viejo sistema de patronazgo basado en las lealtades de los partidos monárquico y venizelista.

Metaxas también creó a finales de 1936, poco después de haber llegado al poder, la Ethniki Organosi Neolaias (Organización Nacional de Juventudes, EON), que venía ser una versión griega de las Juventudes Hitlerianas Hitlerjugend, y que debía prorrogar los valores del régimen en el futuro. La juventud debía tener nuevos ideales, nuevas ambiciones y nuevas esperanzas, y liberarse “de las avariciosas manos de los plutócratas, los comunistas y de todos aquellos que querrían abusar de las capacidades de la juventud”.

El objetivo de la EON era la unión de la juventud, una unión fundamentada en el amor a la patria, en el valor y en la creencia en la “continuidad de la sangre helénica”. La EON unía a la juventud griega de todos los niveles económicos y sociales en un único cuerpo, y educaba a los chicos en la disciplina y el entrenamiento militar y a las chicas en las labores domésticas. La EON tenía como himno el Giovinezza (“Juventud”) de la Italia de Mussolini, y publicaba una revista quincenal llamada E Neolaia (“La Juventud”), que tenía mucha resonancia tanto en las escuelas como en las universidades.

El régimen de Metaxas intentó fortalecer los valores de la patria, la lealtad, la familia, la religión, la estabilidad y el orden social y político. Por encima de todo, sin embargo, estaba el Helenismo, que debía sacar a Grecia de siglos de decadencia. Por ello, Metaxas reivindicaba la grandeza del pasado de Grecia y anunció que “por tanto, tenemos la obligación de regresar al pasado a fin de redescubrirnos” (6).

Metaxas veía en los griegos una “comunidad de sangre”, un conjunto de individuos emparentados unos con otros a través del sagrado vínculo de la sangre y de unos antepasados comunes, y fundamentaba su creencia en la superioridad de la raza helénica en teorías tanto culturales como biológicas, pero sin caer en los desvaríos racistas de Hitler o Himmler. Aún así, el régimen de Metaxas insistió en las virtudes raciales del pueblo helénico, virtudes que residían en la sangre helénica y no dudaba en hablar de una “raza griega” que se había mantenido pura desde tiempos inmemoriales.

La raza griega era referida frecuentemente como “la raza elegida de los dioses”, una raza “inmortal” que “vivirá para siempre” (7).

Es verdad que el régimen de Metaxas magnificó el peligro comunista para justificar sus excesos represivos, pero también es verdad que bajo su gobierno Metaxas se ganó el respaldo del pueblo griego con el desarrollo de una política que introdujo abundantes y avanzadas medidas de protección social por las que hoy aún es recordado: fundó el Insituto Nacional de la Seguridad Social (IKA), estableció las dos semanas mínimas de vacaciones al año, los seguros médicos y salariales para los trabajadores, la protección a la maternidad de la mujer trabajadora, etc…

Muchas de estas medidas, muy avanzadas a su tiempo y sobretodo a su entorno geográfico, siguen aún hoy vigentes de una u otra manera en Grecia.

Metaxas, además, mejoró mucho las condiciones de los trabajadores helenos: fijó un salario mínimo para los trabajadores y los seguros laborales, implantó la semana laboral de 5 días laborales y 40 horas semanales, subió los salarios, mejoró drásticamente las condiciones laborales en la industria aplicando severas medidas para hacer de los lugares de trabajo sitios seguros, absorbió las deudas de los granjeros e incrementó los precios de la agricultura para mejorar la vida en el campo.

Ya en 1938, sólo 2 años después de convertirse en el líder de la nación, la renta per cápita de los griegos había subido de una manera notable, a la vez que se conseguía rebajar el paro a un fuerte ritmo, aunque fuera mediante el desarrollo de una potente industria armamentística.

Metaxas también inició un gran plan de infraestructuras y de obras públicas, incluyendo proyectos de drenaje de tierras. Además, el régimen de Metaxas consiguió eficiencia administrativa y una sólida circulación monetaria.

El régimen de Metaxas, aunque autoritario, logró efectuar una gran mejora en muy pocos años en prácticamente todos los campos de la sociedad griega, aunque fuera a costa de negar muchos de los derechos individuales y colectivos obtenidos durante la democracia anterior.

Aún así, hay que decir que a diferencia del fascismo italiano y alemán, el fascismo griego no fue nunca un movimiento de masas. Sin embargo, sí se puede afirmar que gozó de la creciente simpatía del pueblo helénico, incluso entre los círculos izquierdistas, incapaces de negar los evidentes logros de la política del régimen del 4 de Agosto.

A pesar de ser un régimen fuertemente nacionalista, el fascismo griego no se lanzó a aventuras expansionistas, a pesar de que apoyaba el concepto de la Megali Idea, la idea de una Gran Grecia que incluyera, además del territorio griego, las comunidades étnicas griegas del Sur de Albania, de la Macedonia yugoslava, de la Tracia oriental y de la Anatolia occidental. Metaxas prefirió, sin embargo, concentrarse militarmente en la defensa del país frente a la guerra que se avecinaba. Metaxas, como presidente del consejo de la Entente Balcánica, también intentó reforzar los vínculos entre los países balcánicos y acordó un pacto de amistad y no agresión con la vecina Bulgaria en julio de 1938.

Una de las dedicaciones más importantes del régimen de Metaxas fue la mejora de las defensas del país, como por ejemplo la construcción de la llamada “Línea Metaxas”, una línea defensiva en el Noroeste. El ejército también fue objeto de grandes inversiones, para aumentarlo en términos cuantitativos a la vez que mejorarlo tecnológicamente mediante la compra de nuevas armas para los tres ejércitos, e incluso con la adquisición de submarinos para la Marina. Asimismo, también se reservaron grandes cantidades de recursos alimenticios para afrontar una eventual situación de guerra.

Todos estos esfuerzos se revelaron proverbiales para que Grecia estuviera preparada para resistir con éxito el ataque italiano con un ejército mucho más pequeño que el italiano, y, como veremos después, acabar venciendo a Mussolini en su intento de invadir Grecia.

Uno de los grandes quebraderos de cabeza del régimen fue, desde luego, la política exterior. Si bien Metaxas veía en la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini sus correligionarios naturales, la seguridad de Grecia dependía en gran medida de Gran Bretaña, que dominaba con su  el Mediterráneo oriental. Además, los planes de Mussolini de crear un nuevo Imperio Romano chocaban obviamente con las pretensiones griegas de controlar el Mar Egeo y las islas del Dodecaneso y de ejercer influencia en Albania. El expansionismo italiano enfrentó a Mussolini y Metaxas, y cuánto más fuerte sonaban los tambores de guerra en Europa, más cerca se sentía Metaxas de Gran Bretaña y de los Aliados. De nuevo, Metaxas acertaría, puesto que Grecia, como miembro de los Aliados, acabaría así en el bando de los ganadores, recibiendo, precisamente de Italia, las susodichas islas del Dodecaneso.

Todo ello se desencadenó después del estallido de la Segunda Guerra Mundial, de la cuál Metaxas procuró mantener a Grecia alejada. El 28 de octubre de 1940, no obstante, el ministro italiano en Atenas Gratzi le comunicó al Arhigos un inaceptable ultimátum de Mussolini, que había concentrado a sus tropas en Albania, a la espera de atacar Grecia.

Metaxas supo sintonizar con los sentimientos de su pueblo, y la historia cuenta que su única respuesta al ultimátum fue un tajante y enérgico “Okhi!” (“No!”, en griego), respuesta con la que ha pasado a la historia. Metaxas se dirigió poco después a la nación con estas palabras: “Ha llegado el momento de que Grecia luche por su independencia. Griegos, ahora debemos demostrar si somos dignos de nuestros antepasados y de la libertad que nuestros Padres nos dieron. Luchad por la Patria, por vuestras esposas, por vuestros hijos y por las sagradas tradiciones. Ahora, sobre todas las cosas, luchad!” (8).

Uno de los mayores éxitos de Metaxas en esas dificilísimas circunstancias fue el conseguir unir a toda la nación contra el enemigo, olvidando temporalmente las diferentes ideologías políticas. Así consiguió que militares de todo tipo político (realistas, venizelistas, nacionalistas, moderados e incluso comunistas) se unieran a la causa y, lo que es más, aceptaran someterse a su mando. Metaxas, que tenía una larga experiencia militar (había estudiado Ciencias Militares en Alemania, había combatido en la Guerra Greco-Turca de 1897 y se había convertido en héroe de guerra en las Guerras Balcánicas de 1912 y 1913), decidió así contestar las provocaciones de la Italia mussoliniana entrando en guerra.

En medio de un exacerbado sentimiento nacionalista que poseyó a todos los griegos, Grecia entraba así en el conflicto, de lado de los Aliados.

La resistencia griega fue formidable: “En pocos días, las fuerzas de ocupación italianas fueron devueltas a Albania en una cruzada por la liberación de lo que los griegos llaman Epiro del Norte, una área en el sur de Albania con una importante minoría griega. El espectáculo de David derrotando a Goliat levantó admiración en todo el mundo, y durante esta época Grecia e Inglaterra fueron los únicos países de Europa que resistían activamente a los poderes del Eje Fascista” (9).

Charles De Gaulle fue una voz más de las que por todo el mundo se deshicieron en elogios por la bravura del pueblo griego. En un comunicado coincidiendo con la fiesta nacional griega del Dia de la Independencia (25 de marzo), De Gaulle expresó su admiración por la heroica resistencia griega: “En nombre del atrapado aunque vivo pueblo francés, la Francia libre comunica sus saludos al pueblo griego, que lucha por la libertad. El 25 de marzo de 1941 encuentra a Grecia en la cúspide de sus heroicos esfuerzos y en la cima de su gloria. Desde la batalla de Salamina [la batalla de Salamina es la histórica batalla de la Antigüedad en que unos pocos miles de griegos derrotaron al inmensamente más numeroso ejército persa] Grecia no había conseguido la grandeza y la gloria que hoy tiene”. El propio Hitler se desharía más tarde en elogios hacia el pueblo griego y su bravura, y llegaría a conceder a los militares griegos distinciones y privilegios que a ningún otro pueblo conquistado otorgó.

Aún hoy, el 28 de octubre, día de la invasión italiana, es una fiesta nacional en Grecia, y recibe el nombre de “Okhi Mera” (Dia del No), en referencia a la heroica y decidida respuesta de Metaxas al dictador fascista italiano.

Durante tres días, en las casas, las oficinas, las fábricas, las escuelas y los edificios públicos de toda Grecia cuelgan y ondean banderas griegas en recuerdo a esta gesta. Durante estos días, las emisoras de radio emiten  patrióticas griegas, especialmente las de Sophia Vembo, que dieron fuerzas a los jóvenes griegos al luchar durante la guerra.

Fue precisamente durante la defensa del suelo griego contra el ejército de Mussolini que Metaxas murió. Su muerte fue un episodio muy misterioso, y ha levantado no pocas suspicacias y teorías entre los historiadores. Oficialmente, Metaxas murió de una manera natural. Pero lo cierto es que Gran Bretaña le presionaba para poder tomar tierra en Grecia y luchar contra Hitler, a lo que Metaxas se oponía una y otra vez, en su voluntad de mantener a Grecia como país estrictamente neutral. Su muerte supuso que heredara el poder Alexandros Koryzis, un hombre de personalidad débil al que los ingleses pronto doblegaron, consiguiendo que autorizara la entrada del ejército británico.

Evidentemente, las teorías que apuntan que Metaxas fue en realidad asesinado por el servicio de inteligencia británico para poder conseguir así entrar en Grecia no son pocas, y no mal fundamentadas. Más aún si tenemos en cuenta que, poco después de haber autorizado la entrada de los ingleses en Grecia, Koryzis se suicidó (oficialmente), también en extrañas circunstancias (10).

La etapa fascista en Grecia no acabó ni con la misteriosa muerte de Metaxas ni con el suicidio de Koryzis: el régimen siguió vivo combatiendo a los alemanes hasta Abril de 1941, cuando el general Tsolakoglou firmó la rendición de Grecia frente a la Wehrmacht. Hitler estableció un gobierno títere colaboracionista que obtuvo las riendas del poder hasta finales de 1944, cuando finaliza la ocupación alemana.

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