01 AM | 13 Ene

El huevo de laserpiente

El huevo de la serpiente

 

“No os regocijéis en su derrota. Por más que el mundo se mantuvo en pie y paró al bastardo, la perra de la que nació está en celo otra vez.”

Bertolt Bretch

 

 

El huevo de la serpiente

 

Año: 1977.

Director: Ingmar Bergman.

Reparto: David CarradineLiv UllmanHeinz BennetGert Fröbe.

Filme

 

 

Ingmar Bergman, el introspectivo exégeta de la alienación, la culpa, la soledad, la humillación, la incomunicación, la desafección, la muerte y la ausencia de Dios, encontrará la excusa del misterio de unos asesinatos sin resolver en la joven y volátil República de Weimar para preguntarse sobre el origen del Mal, con mayúsculas. Un Mal incipiente que acabará por degenerar esta vez no solo la somatización de los terrores existenciales del individuo, objeto de constante análisis en su cine, sino una manifestación colectiva, irracional y barbárica sin precedentes: el nazismo.

Por supuesto, la resolución del enigma o la creación de intriga no serán el objetivo del sueco. Desde el punto de vista de Abel (David Carradine) un artista de circo estadounidense en Berlín, incapaz de hablar alemán, judío en medio del creciente antisemitismo europeo, originario de una nación que ya no existe como país, Bergman nos descubre un mundo sumido en la más profunda devastación política, económica, social y moral. Es la Alemania a punto de sucumbir por agotamiento, arruinada tras la paz cartaginesa que sigue a la Primera Guerra Mundial, hundida por la hiperinflación, el desempleo, la inestabilidad política, el alarmismo mediático y el auge de los extremismos, el racismo y la xenofobia.

Un mundo corrompido en el que el ser humano opta por una huida desesperada del terror bajo diversas formas: la violencia (la acción en las calles del germen del Partido Nacionalsocialista), una actitud hedonista pareja a la degradación espiritual (las deformadas sombras nocturnas que recorren las mugrientas calles y los sórdidos garitos) o la obcecada entrega a la proverbial eficiencia germánica desde el orgullo herido y la desconfianza frente a lo foráneo (el inspector Bauer). En el caso del protagonista, el extraño desorientado en una ciudad hostil que lo rechaza, el individuo señalado sin culpa –“los problemas solo los tiene quien se los busca”, afirma ingenuamente-, herido afectivamente por el brutal suicidio de su hermano, la respuesta será el alcoholismo y una relación reprimida, enfermiza, posesiva y ambigua con la viuda de éste (Liv Ullman).

             La asolada Berlín como infierno sobre la Tierra, una podredumbre grisácea, envuelta en gélidas sombras, eternamente empapada por la lluvia y la niebla. El contexto perfecto para que medren monstruos sádicos sin aprecio o conciencia sobre la vida o la muerte como el científico Hans Bergerus (Heinz Bennet), escudado para el disfrute de sus tropelías en el discurso lógico y racional, el pensamiento ilustrado y la ciencia pura, despojada de sentimientos. Un demonio oculto bajo apariencia humana, liberado por la anomia y la amoralidad general, por la ausencia de un Dios tan distante que ni escucha ni perdona; un ser que se divierte desmembrando el alma humana, exprimiendo con curiosidad empírica su angustia, sus flaquezas, sus miedos y debilidades con el pretexto último de llevar al decrépito ser humano a un nuevo estadio de perfección.

             Pese a que el filme sufre una importante caída del ritmo en el nudo del relato, aspecto generalmente secundario para un Bergman que se muestra aquí extrañamente propenso a un poco elegante uso del zoom, El huevo de la serpiente funciona como plasmación de una opresiva pesadilla, sabe transmitir la claustrofobia de una situación insostenible, la consternación de saberse en un polvorín a punto de volar en mil pedazos en cuanto la cansada masa gris se rebele en la irracional inconsciencia de la rabia pura y el odio mamado y heredado por generaciones uncidas bajo el yugo de la desesperación, la humillante falta de futuro y la deshonrosa miseria del presente, y alce hasta la mecha a un loco iluminado y carismático dispuesto a prenderla.

            Un Mal que permanece larvado, dispuesto a resurgir en cualquier momento, siempre que las circunstancias sean favorables.

Película y mensaje a tener en cuenta. 

De EL CRITICOABULICO

 

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